Círculo de lectores Julio Cortázar

Ante el cuarenta aniversario del fallecimiento de Julio Cortázar, conjuntamente con el Centro Cultural Landa-Sabarís, hemos decidido impulsar la creación de un Circulo de Lectores que lleve su nombre.

La actividad se realizará, a partir del mes de junio, el segundo y cuarto martes de cada mes luego de las l8:30 horas en la sede de aquella institución, sita en la Plaza Azopardo Nº 53, entre La Rosa y Bouchard, Adrogué y en su desarrollo se dará lectura a un material previamente acordado por los asistentes para luego proceder a su análisis.

El grupo estará coordinado por la profesora Cristina Landa y para el primer encuentro, el próximo martes 14 de mayo el material de trabajo es el último cuento escrito por Julio: “Diario para un cuento”.

Y ya que estamos hablando de cuentos y de Cortázar, consideramos de interés reproducir un inédito publicado en el libro “Papeles inesperados”, de la biblioteca que lleva su nombre de la editorial Alfaguara, que contiene material seleccionado por Carlos Álvarez Garruiga y Aurora Bernárdez.

Ahí va el cuento.

LA FE EN EL TERCER MUNDO

A las ocho de la mañana el padre Dundan, el padre Heriberto y el padre Luis empezaron a inflar el templo, es decir que están a orillas de un río o en un claro de selvas o en cualquier aldea cuanto más tropical mejor, y con ayuda de la bomba instalada en el camión empiezan a inflar el templo mientras los indios de los alrededores los contemplan desde lejos y más bien estupefactos porque el templo que al principio era como una vejiga aplastada se empieza a enderezar, se redondea, se esponja, en lo más alto aparecen tres ventanitas de plástico coloreado que vienen a ser los vitrales del templo, y al final surge una cruz en lo más alto y ya está, plop, hosanna, suena la bocina del camión a falta de campana, los indios se acercan asombrados y respetuosos y el padre Duncan los invita a entrar mientras el padre Luis y el padre Heriberto los empujan para que no cambien de idea, de manera que el servicio empieza apenas el padre Heriberto instala la mesita del altar y dos o tres adornos con muchos colores que por lo tanto tienen que ser extremadamente santos, y el padre Duncan canta un cántico que los indios encuentran sumamente parecido a los balidos de sus cabras cuando un puma anda cerca, y todo esto ocurre en una atmósfera sumamente mística y una nube de mosquitos atraídos por la novedad del templo, y dura hasta que un indiecito que se aburre empieza a jugar con la pared del templo, a jugar, es decir que le clava un fierro nomás que para ver cómo es eso que se infla y obtiene exactamente lo contrario, el templo se desinfla precipitadamente y en la confusión todo el mundo se agolpa buscando la salida y el templo los envuelve, los aplasta, los cobija sin hacerle daño alguno por supuesto pero creando una confusión nada propicia a la doctrina, máxime cuando los indios tienen amplia ocasión de escuchar la lluvia de coños y carajos que distribuyen los padres Luis y Heriberto mientras se debaten debajo del templo buscando la salida.

Julio Cortázar

 

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