El actual presidente, Javier Milei asumió el 10 de diciembre, es decir, hace apenas 2 meses y la sucesión de noticias, proyectos y conflictos, se suceden a gran velocidad.
Todo es vertiginoso. Incluso da la impresión que a Milei la jurisdicción de la Argentina ya la siente como insuficiente para desplegar todas sus aptitudes y se lanza a las arenas internacionales. Habría que avisarle que hasta ahora lo que demostró es su capacidad para ganar elecciones y que a nivel internacional eso todavía no está implementado.
Sus dotes para gobernar las puso en juego en el impulso dado en el Congreso, de la denominada Ley Ómnibus, que el gobierno insiste en llamar “Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”; tras su fracaso, atribuible más a la impericia de los legisladores oficialistas que a la oposición dialoguista, circuló la posibilidad de que el gobierno promueva un plebiscito, donde se someta a consulta popular si debe prevalecer la postura del Ejecutivo o la del Congreso. Esto implicaría una confrontación muy fuerte con los diputados, que también ejercen en función de la elección ciudadana.
Encuestas hay para todos los gustos y el resultado de un plebiscito de esas características, a esta altura, es totalmente imprevisible. Pero es una apuesta muy riesgosa y no sólo para el gobierno. Si fuera derrotado, a tan poco tiempo de asumir, estaría en duda la continuidad y en que condiciones. En el caso de triunfar, lo más probable es que en un sistema, que ya es presidencialista, las posturas autoritarias y antidemocráticas se profundicen y el poder legislativo quede totalmente desdibujado. El poder judicial hará lo que mejor sabe hacer, que es acomodarse a los vientos que soplen.
Si gana el gobierno le justificará legalmente cualquier cosa, en el caso que sea derrotado, lo hostigará poniendo en esa tarea todo su empeño.
Pero antes del resultado se debe pasar por la campaña, que sería con la ley ómnibus caída, pero con el DNU vigente. Un DNU que habilita una cantidad de posibilidades, a las que con seguridad se abocarán, de forma inmediata, los que son destinatarios de sus beneficios. El presidente y su gente estarán totalmente dedicados a la campaña, tarea en la que parecen sentirse mucho más seguros y eficaces que gobernando.
En la campaña es muy posible, que al margen de los argumentos con los que se promuevan sus posiciones, lo que se pondrá en marcha es la descalificación de los que se opongan a sus pretensiones. Con dos opciones en juego, esta actitud va a ser compartida.
Entre los relevamientos de opinión pública conocidos durante la campaña, los consultores señalaban las pocas posibilidades que tenían de obtener el voto, aquellos que se presentaran ante el electorado con actitudes conciliatorias, las posturas que obtenían mayor apoyo eran las que fueran más definidas y diferenciadas, de alguna manera las más extremistas. El método de balotaje alienta esta situación, produciendo una gran cantidad de votos por rechazo y no por adhesión, Con seguridad un plebiscito con estas opciones, va a reforzar esta situación y profundizar las diferencias irreconciliables en la sociedad, Nada bueno puede resultar de todo esto.
Alguno establecía una especie de jerarquía a la hora de discutir e intercambiar
opiniones, esta tabla de posiciones indicaba que en primer lugar estaba debatir ideas, en segundo lugar y por defecto del primero, estaban los hechos y en último las personas.
Las ideas no son sencillas, se debe tener algún conocimiento no sólo de las propias; con los hechos el problema es establecer cuales y reconocerles o adjudicarles el carácter de más representativos. Por ejemplo, en estos días se dispuso la quita de subsidios al transporte público y también que en la Casa Rosada se consuma menos leche para las infusiones que se brindan en forma gratuita a los concurrentes. Por todo esto es más fácil discutir personas: bueno–malo; incluso sobre los individuos entran en consideración las intenciones que los alientan. Da la impresión que en nuestro país, ha caído mucho la calidad de los debates políticos.
En estos días circula la versión de un ingreso del PRO al gobierno, las dudas y
disputas están asociadas a si será de la mano de Patricia Bullrich o de Mauricio Macri o de ambos y en que medida. Parece evidente que Javier Milei no tenía mucho plan de gobierno, por eso adoptó el que se había preparado para una probable gestión de Patricia Bullrich, además tampoco tenía con quien llevarlo a cabo, allí incorporó gente que llegó de distintos lugares, destacándose los ex funcionarios del gobierno de Macri. Ahora, luego del fracaso en la Cámara de Diputados, quedan a la vista las pocas posibilidades de superar la instancia legislativa con el puñado de representantes que tiene. Conclusión: el PRO se lo facilitará o al menos lo va a intentar, pero llenando el gobierno no con unos pocos sino con muchos funcionarios propios.
Se avecinan nuevas discusiones ya que el PRO prácticamente conducía Juntos por el Cambio, que actualmente a dejado de actuar como alianza. Dentro de Juntos por el Cambio el radicalismo pesaba poco a la hora de tomar decisiones, pero de las últimas elecciones salió muy fortalecido en mucha jurisdicciones y no es tan probable que la relación se mantenga en las mismas condiciones, más si se produce el acuerdo entre La Libertad Avanza y el PRO para co-gobernar. Es probable que el radicalismo se diferencie y algo parecido ocurra con la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Sin contar con todos esos diputados probablemente las mayorías en el Congreso le sigan siendo esquivas. Sobre todo cuando los radicales han accedido a varias gobernaciones y las provincias en estos días están siendo severamente atacadas por el gobierno nacional. El funcionamiento de las instituciones democráticas implica negociaciones entre las distintas representaciones, donde cada parte tiene que sentir que algo ganó y no que ha perdido todo.
Un plebiscito en las actuales condiciones simplificaría muchas cosas para el gobierno y muchos de sus aliados, mientras dure la campaña todos estarán entretenidos, pero sea cual fuere el resultado, es más probable que los problemas continúen profundizándose y solo logren dilatar circunstancias, que en general son adversas para las mayorías y generen en la población más hartazgo del que ya tiene. No estaría de más tener presente que si hoy Javier Milei ocupa el cargo de Presidente de la Nación, al menos una parte de los votos que obtuvo. son de quienes vienen ya bastantes cansados de la política.
Ricardo Grosso
febrero 2024