Palabras de un imprescindible

Federico García Lorca ha sido uno de los mayores hombres de letras de nuestra lengua.

Su vida (1898-1936), como tantas otras, fue sesgada por la barbarie franquista.

Con el correr de los años ese miserable asesino será olvidado por la historia humana en tanto que la obra de Federico estará siempre presente y jamás perderá actualidad.

Esto viene a cuento por que en aquellos tiempos, principios del siglo XX, el teatro era la mayor expresión popular de las artes en cuanto a su influencia sobre la gente.

El teatro era entonces, y sigue siendo ahora, una forma y un modo de contribuir al desarrollo de la conciencia colectiva de una sociedad.

En ese momento histórico quizá era la única. Luego llego el cine, más tarde la televisión y miles de maneras de incidir sobre la sociedad y sus integrantes.

Las palabras que García Lorca, en esos momentos, aplicó al teatro hoy se proyectan a todos los otros medios

Pero dejemos que lo digo Federico:

«El Teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza y su descenso.

Un Teatro sensible y bien orientado en todas su ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad de un pueblo, y un Teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede chabacanear y adormecer a una Nación entera.

El Teatro que no recoge el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuido de su paisaje y de su espíritu con risas o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse Teatro sino sala de juego o sitio para hacer esa horrible cosa que se llama “MATAR EL TIEMPO”.»

 

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