Si alguna duda quedaba sobre cuáles iban a ser los objetivos del nuevo gobierno de nuestro país, las medidas anunciadas rápidamente por el presidente Milei y su ministro de Economía las han expuesto negro sobre blanco.
Son un conjunto de disposiciones que incitan al arraigo de todas las malas prácticas llevadas a cabo por los grupos concentrados de la economía nacional y que promueven el desarrollo de monopolios predominantes para la práctica de la gestión económica. Casi podríamos decir que son provocativas al conjunto de la sociedad por la manifiesta exclusión del bien común y el propósito descarado de favorecer a los sectores dominantes.
Se trata, en definitiva, de medidas altamente antidemocráticas, devastadoras para la preservación del patrimonio de los argentinos y que implican, sin lugar a dudas, la pérdida de la soberanía nacional.
Simultáneamente conllevan a la supresión de la división de los diversos poderes del estado y, si no se tratara de la sagrada vigencia de la Carta Magna, sería motivo de risa los delirios monárquicos que exhiben los nuevos ocupantes de la Casa Rosada, tan lejos en el tiempo de la suma del poder público exigido por don Juan Manuel.
La imagen delirante del nuevo “conductor” deja perplejo a propios y ajenos. Su mensaje misógino, antifeminista, negador de los nuevos derechos de la ciudadanía, su culto por los mercados en simultáneo con su valorización de los monopolios, sus invocaciones místicas, su negacionismo con respecto al cambio climático, sus locas propuestas durante la campaña y, finalmente, su manifiesto adocenamiento a quienes fueron sus competidores, ponen en evidencia su falta de programa de gobierno propio y su total predisposición a los requerimientos de las grandes fortunas locales e internacionales que agravian al país.
Todo ello configura un cuadro poco alentador con vistas al futuro de nuestro destino como república soberana.
Por otra parte, el hombre de la campera de cuero negro, siempre atento al destino de sus mastines, no presta igual atención a las condiciones imperantes en la ciudadanía.
La desmesura que implica el Decreto de Necesidad y Urgencia y la ley ómnibus enviada al Congreso que incurre en modificar más de 300 leyes vigentes es una mera muestra por un lado del grado de desequilibrio en la gestión, la carencia de un plan de gobierno y el grado de incoherencia que impera en las nuevas autoridades pero, también, su enorme sometimiento a los “héroes” que manejan la economía nacional en su puro y exclusivo beneficio.
En otro aporte de Horacio Rovelli (ver “Poder económico detrás de Milei”) se abunda de manera sencilla y completa en el análisis de las consecuencias de las políticas implementadas y sus verdaderos beneficiarios y se concluye que el paro nacional acordado para el próximo miércoles 24 es decisivo para el plan de lucha que debe encarar el Pueblo para evitar la pérdida de una Patria soberana.
La capacidad de movilización, por otra parte, es el seguro que garantiza que las medidas represivas impuestas por el gobinero no lastimen a la ciudadanía.