Los proyectos políticos de los trabajadores

Lamentablemente hay que remitirse a muchos años atrás para abordar este tema.

En plena dictadura de la “libertadora”, en el Hotel del Sindicato de la Alimentación en la ciudad de La Falda (Córdoba), una reunión convocada por las Regionales de la Confederación General del Trabajo (CGT), el 30 de noviembre de 1957, promovió un proyecto para el logro de una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana, en los siguientes términos:

– Para la independencia económica:

a) Comercio exterior monopolio estatal, defensa de la renta nacional, diversificación de mercados internacionales, denuncia de los tratados lesivos, planificación de la comercialización teniendo en cuenta el desarrollo interno, integración económica latinoamericana.

b) En el orden interno: alto consumo interno, altos salarios, desarrollo de la industria liviana, consolidación de la industria pesada, nacionalización de las fuentes de energía, nacionalización de los frigoríficos extranjeros, integración de las economías regionales, control estatal del crédito, expropiación del latifundio, promoción del cooperativismo agrario.

– Para la justicia social:

Control obrero de la producción y distribución, salario mínimo, vital y móvil, previsión social integral, reforma de la legislación laboral, organismo estatal con participación obrera para fiscalizar las conquistas sociales, estabilidad absoluta en los contratos de trabajo, fuero sindical.

– Para la soberanía política:

Gran plan político económico-social con participación sindical, fortalecimiento del Estado popular con el fin de destruir a la oligarquía y sus aliados extranjeros, entendimiento integral con las naciones latinoamericanas, acción interna que reemplace el federalismo “liberal y falso”, libertad de elegir y ser elegido sin limitaciones, solidaridad con las luchas de liberación nacional.

En otra ciudad de Córdoba cercana a la anterior, Huerta Grande, tuvo lugar otro encuentro de Regionales de la CGT que en junio de 1962, propuso el siguiente programa:

1) Nacionalizar todos los bancos y establecer un sistema bancario estatal y centralizado;
2) Implementar el control estatal sobre el comercio exterior;
3) Nacionalizar los sectores claves de la economía: siderurgia, electricidad, petróleo y frigoríficos;
4) Prohibir toda exportación directa o indirecta de capital;
5) Desconocer los compromisos financieros del país, firmados a espaldas del pueblo;
6) Prohibir toda importación competitiva con nuestra producción;
7) Expropiar a la oligarquía terrateniente sin ningún tipo de compensación;
8) Implantar el control obrero sobre la producción;
9) Abolir el secreto comercial y fiscalizar rigurosamente a las sociedades comerciales;
10) Planificar el esfuerzo productivo en función de los intereses de la Nación y el Pueblo Argentino, fijando líneas de prioridad estableciendo topes mínimos y máximos de producción.

Finalmente el 1º de mayo de 1968, la recién constituida CGT de los Argentinos, emitió una importante proclama donde incluyó los siguientes objetivos:

– La propiedad solo debe existir en función social;
– Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no solo en la producción, sino en la administración de la empresas y la distribución de bienes;
– Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderúrgica y los frigoríficos deben ser nacionalizados;
-Los compromisos firmados a espalda del Pueblo no pueden ser reconocidos;
– Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos años han estado despojando, deben se expulsados sin compensación de ninguna especie;
– Solo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es para quien la trabaja;
– Los hijos de los obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de educación que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas.

Entre el clima de época de 1957, donde imperaba la dictadura revanchista del retorno oligárquico, y 1968 donde estaba en plenitud el gobierno de la dictadura que había terminado con el gobierno de Illia, la política económica desplegada por Krieger Vasena, ministro de Economía de Onganía, significó el inicio de la desnacionalización de las empresas privadas argentinas que fueron adquiridas a precio vil (por una enorme devaluación) por multinacionales, que desde ese momento crecieron de manera sostenida al ritmo de crecimiento de nuestra economía.

Pese a ello, el nuevo clima de época (el desarrollo del mundo socialista, la proximidad de la revolución cubana, las luchas de liberación nacional en distintos puntos del planeta, la creciente adhesión de los sectores intelectuales) ayudaba a formular planteos de larga vigencia en el movimiento popular y decididamente en apoyo de los reclamos de los sectores mayoritarios.

Vale la pena analizar, las variables más recurrentes a lo largo de estos programas:

1) En primer término la reforma agraria, a través de la expropiación del latifundio a la oligarquía sin ningún tipo de compensación, para efectivizar el postulado de que la tierra es para quien la trabaja. Ello conlleva una autocrítica a la gestión del primer peronismo, que dejó intacto el poder de los terratenientes. Se recuerda un principio sostenido por la Constitución de 1949: “La propiedad solo debe existir en función social” y se sugiere la promoción del cooperativismo agrario.

2) La nacionalización de los sectores básicos de la economía: las fuentes de energía, siderurgia, los bancos, el petróleo, la electricidad, los frigoríficos.

3) Implementar el control estatal sobre el comercio exterior.

4) Desconocer los compromisos firmados a espaldas del Pueblo.

5) Nacionalizar el sistema bancario y control del crédito.

Hace mucho tiempo que desde el campo sindical no existen proyectos alternativos a las propuestas de la derecha. A decir verdad desde casi todos los sectores del movimiento popular hay una escasa repercusión al respecto y ello, con los conflictos desatados en el último proceso electoral, es mucho más difícil de aceptar.

La riquísima historia de las luchas y obras llevadas a cabo por nuestro Pueblo no se condice con este momento de zozobra y pérdida de iniciativa del movimiento nacional. La derrota ha sido dura, la pérdida del rumbo del gobierno en los últimos cuatro años han significado un retroceso lamentable, las condiciones ya malas a lo largo de esa gestión se han enrarecido más con el triunfo de los libertarios y la absoluta disposición de sus dirigentes de ponerse al servicio de los grandes grupos económicos que dominan el escenario político de nuestro país.

Por todo ello es indispensable volver a las fuentes, meter de nuevo las patas en el agua, ser capaces de crear un proyecto que vuelva a enamorar a los compañeros y los inste a luchar por salvar al Pueblo y a la Patria.

 

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