Parece ser que en los tiempos de la República Romana los idus de diversos días de aquel calendario aseguraban buenos augurios, especialmente para el 15 de marzo, mayo, julio y octubre en tanto que en los otros meses el día recomendado era el 13.
De nada le valieron a Julio César estos antecedentes, y los consejos de un vidente, porque el 15 de marzo del año 44 a C. fue asesinado. Desde entonces los “idus de marzo” son una referencia persistente.
Cuando (mal que nos pese) el presidente Milei pronunció su discurso en Davos sorprendió que en un foro eminentemente económico se despachara con semejante monserga. Su contenido estaba cargado con un mensaje “anti-woke” que remitía, para no ser menos, a expresiones del presidente de los EE.UU. No vamos a repetirlas en esta página y quienes quieran conocerlas pueden apreciar una exquisita síntesis de las mismas en el editorial de “El Cohete a la Luna” del día de hoy.
Lo cierto es que ante el tenor de esas manifestaciones, con una capacidad de reacción casi sorprendente, el sábado 25 de enero, el movimiento LGBT local celebró un encuentro en el Parque Lezama donde por lo menos siete mil autoconvocados repudiaron las barbaridades expuestas por Milei.
Semejante capacidad de movilización impulsó a convocar a una marcha con aspiraciones de multitudinaria y ella tuvo lugar en el día de ayer, 1 de febrero. Y vaya que lo fue. A tal punto que reunió una enorme participación que superó todas las habidas a los largo de este largo año de gobierno de La Libertad Avanza (LLA).
Esta experiencia nos mueve a observar algunas cosas que sin duda están firmemente arraigadas en nuestra sociedad en esta etapa de su desarrollo.
1) La capacidad de movilización existe cuando se encuentra un interés genuino de parte de la gente. Ello fue fácil de comprobar por la contundente respuesta del sábado. Si nos remontamos a la experiencia vivida en oportunidad de la consagración de Argentina en el último campeonato mundial de fútbol debemos aceptar que aquella es sin duda la mayor movilización popular de nuestra historia.
Supera todos los actos que podemos recordar: las marchas conmemorando el 24 de marzo; la marcha del NO al indulto durante el gobierno de Menem; la movida por el levantamiento militar de Semana Santa (1984); los cierres electorales de la transición democrática de peronistas y radicales en la avenida 9 de Julio (1982); el regreso de Perón al país (1973); el acto de consagración de la fórmula Perón-Eva Perón el 22 de agosto de 1951, también en esa avenida; los entierros de Hipólito Yrigoyen y Evita… Aún considerando la menor población de esos años, la celebración del mundial no guarda relación con la monstruosa masa humana movilizada. Está bien diferenciar algo festivo, largamente esperado, de otras actividades con un importante grado de compromiso político. No es lo mismo. Pero ello ayuda a entender que una parte importante de nuestra población puede ningunear su participación en situaciones que implican el mencionado compromiso.
2) La festiva, colorida, por momentos alegre marcha, dio una respuesta popular a las pelotudeces presidenciales en Davos y constituyó una muestra contundente del rechazo al fascismo en la sociedad argentina. Esto es para celebrarlo, pero el “pobrecito carajeador” viene desde hace más de dos años diciendo pelotudeces y, desde el 10 de diciembre de 2023, además de decirlas, hace mucho daño: incrementó el empobrecimiento de los jubilados, congeló el presupuesto en educación y ciencia, eliminó los subsidios provinciales, despidió una cantidad importante de empleados públicos, casi ha congelado sus remuneraciones, impulsó una reducción del consumo interno que ha extendido los despidos al ámbito privado por falta de trabajo, está esmerilando la política de Memoria-Verdad-Justicia… La lista puede ser infinita y ante cada uno de estos hechos ¿cuál ha sido la respuesta de los afectados, los dañados, los lastimados a estas políticas del gobierno?
3) En esta marcha ha quedado en evidencia que cuando la capacidad de movilización desborda las expectativas de cantidad (y calidad) de la propuesta popular los protocolos de Bullrich se los meten en el culo. No hay forma de reprimir a multitudes que no están necesariamente decididas a la lucha pero tampoco están dispuestas a renunciar a los derechos adquiridos.
Debemos despreocuparnos de las intenciones de todos aquellos dispuestos a negar la importancia de esta movilización: no fue solo una acabada muestra de resistencia LGBT (que lo fue), se extendió a importantes reclamos de la sociedad, la composición social reflejó un amplio espectro de nuestra sociedad.
Si la importancia se puede medir por el efecto sobre el campo enemigo basta ver con el cuidado que fue tratado el tema y el intento de minimizar las declaraciones presidenciales.
Luego de estas consideraciones volvemos al principio: el “pobrecito carajeador” no tiene la menor idea de donde está parado. Su intervención en Davos, además de adular a varios pelafustanes y rendir pleitesía al mayor de ellos, el energúmeno que gobierna EE.UU., buscó refugio en los temas que abordó para escapar a lo económico. Todo lo económico está en una situación de absoluto quiebre que no tiene pronóstico favorable pese a los números entusiastas que propalan sus seguidores. El panorama económico, pese a toda esa delirante imposición para engañar a la gilada, tiene un fin seguro, un camino que nos conduce alegremente al precipicio…
No hay fecha fija, pero el destino no necesita del oráculo de Delfos para saber cuál es el final.
El enfermo creyó llevar la batalla cultural a un marco mundial. Imaginate: disertar en Davos sobre el futuro de la humanidad, el “pobrecito carajeador” convertido en líder mundial. ¡Quién te ha visto y quien te ve! De arquero fracasado y roquero frustrado a expositor en foros ecuménicos. ¡Siglo XXI, Cambalache!, rectificaría Discepolín.
Pero el resultado fue haber desatado los Idus de enero y aquí están a la vista, en la humilde y sencilla Patria chica.
02-02-2025