La disputa por el poder político

La disputa por el poder político transita días de máximo voltaje. El aumento del precio del dólar y la aceleración inflacionaria de estas últimas semanas tiene que ver con el cariz que ha tomado la confrontación política, pues en un contexto económico con profundos desequilibrios, fragilidad financiera y una situación socioeconómica calamitosa para vastos sectores de la población, ciertos actores del poder económico, la principal dimensión del poder, apuestan a la generación de más incertidumbre e inestabilidad y con ello a generar condiciones para pegar el gran zarpazo: la asunción del poder político.

La contienda democrática expone a las personas que encarnan los proyectos en danza. Una pregunta básica de la ciencia refiere a quienes son los sujetos sociales que están detrás de esas candidaturas. En ese sentido, no ha sido difícil darse cuenta que la promoción de la incertidumbre del candidato Milei tiene como apoyos a actores del mundo financiero internacional y sus reflejos locales. Las conversaciones que el propio Milei confesó haber tenido con fondos financieros internacionales para tratar de operativizar la dolarización de la economía argentina muestran el costado monetario-relevante de sus auspicios.

Dolarizar la economía es su consigna económica central. Para eso se necesitan dólares, dólares que son difíciles de conseguir, pero que el Black Rock de Larry Fink y otros fondos pueden aportar. La pregunta es, ¿a cambio de qué? ¿Por qué alguien va a poner una inmensa suma de dinero para dolarizar la economía argentina? La respuesta obvia es: a cambio de la riqueza inmanente que hay en este país. El gas y el petróleo, una empresa como YPF, el litio y la gran minería aún poco desarrollada de su cordillera de los andes, el agua, son en su conjunto una zanahoria tan seductora como inquietante para el poder económico, tanto que trasciende el alcance nacional y se transforma también en una cuestión geopolítica, en una pelea de “perros grandes”. Recordamos las declaraciones de Laura Richardson, la comandante del Comando Sur del ejército norteamericano, que no disimuló el interés de su país por apropiarse de los recursos naturales de América Latina y la Argentina. En resumidas cuentas, la dolarización, que en primer lugar significa la entrega de la política monetaria, tendría una segunda llamarada amputadora de la soberanía nacional, el liso y llano despojo de sus recursos naturales.

Pero la contienda política eleccionaria también sacó a relucir aquellos sujetos sociales que apoyan a la candidata Bullrich. Días atrás se realizó en Mar del Plata el encuentro de IDEA, una reunión tradicional de empresarios que conforman el establishment o poder económico que tiene actividad en el país. En esta oportunidad se manifestó una clara sincronía con la candidata Bullrich, que recuerda el fervor de Macri con este sector. Aunque esta vez hubo rispideces pues Milei no fue a IDEA pero si armó un encuentro en un café con empresarios a la misma hora que el encuentro de Bullrich en IDEA, un desafío que habla de la existencia de diferencias políticas en el seno del poder dominante. Esas diferencias se manifiestan nítidamente en Macri, que después de apoyar a Bullrich en la interna de la coalición derechista que creó, no puede negar su simpatía por Milei, el de la motosierra y el “estado criminal”.

La colación de Bullrich tuvo la capacidad para darle letra y reunir el apoyo de un fuerte sector del empresariado argentino. Hace poco se ha reflotado el concepto de “lumpenburguesía” que recuerda la obra del economista André Gunder Frank, de vasta influencia en la discusión de los años 70 referida al carácter dependiente de las economías latinoamericanas. Frank enseña que esa clase dominante latinoamericana no tiene como objetivo el desarrollo económico interno sino la profundización de la dependencia externa, de la continuidad del colonialismo, un neocolonialismo. ¿Cómo llamar a un sujeto social que promueve el subdesarrollo? La lumpenburguesía, pues, que promueve un lumpendesarrollo latinoamericano, dirá Frank.

Ello puede ayudar a entender el acompañamiento y militancia de ese sujeto social por la opción política de Bullrich que pregona la reducción del Estado, la criminalización del conflicto social, la desaparición del kirchnerismo, la reducción de los impuestos al campo, la apertura comercial, la liberalización del tipo de cambio, entre otras medidas, que ya probaron su performance nefasta para la sociedad en su conjunto.

“Con la democracia se come, se cura y se educa” dijo en 1983 Raúl Alfonsín. En el ‘92, agregó, “pero no se hacen milagros”, un poco por la desilusión que provocó la trayectoria de su gobierno. Por nuestra parte, seguimos optimistas en la posibilidad de construcción de un futuro. Difícil tarea pues el sujeto social no es otro que el de los trabajadores y pequeños empresarios, una parte relativamente más débil de la sociedad.

 
Sergio Carpenter
octubre 2023

 

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