El pequeño recreo que uno se tomó el domingo pasado a raíz del ballotage, lo está pagando caro por el resultado de la referida elección.
Por supuesto que el triunfo de Milei era una de las posibilidades y si alguien se toma el trabajo de ver notas anteriores, verá que hemos sostenido que un candidato presidencial, a su vez, ministro de Economía de un gobierno con un resultado económico como el que exhibe nuestro país ganaba las elecciones era un milagro.
Ahora que todo pasó alguien debería explicar cual fue la razón para que aquel viernes a última hora, se abandonara la propuesta de un candidato representativo de la generación diezmada, para sustituirlo por Sergio Massa. Eso es algo que la vicepresidenta, jefa del sector más representativo del oficialismo debería explicar.
Cristina justificó la elección de Alberto Fernández por el supuesto rechazo de parte de la sociedad respecto a su propia candidatura en las elecciones de 2019.
¿Será ese rechazo, aun vigente, lo que impidió que ella hiciera campaña para Massa? ¿Fue una decisión personal, se trató de una condición impuesta por el candidato o respondió a las propuestas de quienes organizaron la campaña?
Que nuestra sociedad está alterada no es ninguna novedad: que un personaje de las características de Milei (casi sin partido, sin experiencia real en materia pública, sin trabajo territorial, casi sin una gota de publicidad gráfica) resulte electo presidente, revela un estado preocupante de la opinión pública y un cambio en los modos de promoción de figuras políticas.
Pero esta misma sociedad reveló, no hace mucho, que es capaz de movilizarse por lo que 1a hace feliz: se calcula en cuatro milloners las personas movilizadas para recibir a la selección clasificada en Qatar.
Si algún mérito hay que reconocerle al energúmeno despeinado es la franqueza. A diferencia del Macri de 2015 que ocultó como corresponde a su cobardía sus intenciones para atraer el voto popular, Milei no se privó de nada en sus propuestas gubernamentales. Nadie podrá decir que no sabía lo que votaba. Y aún así fue votado.
Ante ello han surgido expresiones de asombro y en algunos casos muchos han llegado a reconocer que los “pueblos se equivocan”. Pero hay que preguntarse porqué los pueblos se equivocan.
Intentemos algunas respuestas:
– cuando “a dedo” se pone al frente de un proceso de cambio a un tibio exponente de lo peor de la clase política:, me refiero al fallido presidente Alberto Fernández;
– cuando quien debiera liderar ese movimiento se limita a hacer planteos “tipo Pimpinella” en actos públicos pero no impone sus decisiones políticas;
– cuando falta un programa real de gobierno para enfrentar a los enemigos de la causa popular, que los hay y son las grandes corporaciones, nacionales y extranjeras que dominan nuestra economía y a través de ella el país de los argentinos;
– cuando no se le informa a la ciudadanía ni siquiera quienes son esos enemigos;
– cuando el Pueblo queda desmovilizado, por las faltas señaladas en los dos incisos anteriores;
– cuando ante esta falta de presencia popular, las calles son ocupadas por fracciones opositoras;
– cuando parte del movimiento popular se pasa meses diciendo “si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar” y cuando casi la matan no hay una movilización popular (para preservar la vida de la gente);
– cuando, una vez más, se proclama la candidatura de un personaje por lo menos conflictivo (Sergio Massa) y que no representa los intereses mayoritarios de las fuerzas populares.
Por encima de estas consideraciones, la realidad inmediata es que ya un ejemplar único ocupará el sillón de Rivadavia, que se está retirando “el presidente” con su perro Dilan y viene uno nuevo con más perros, para meternos el perro de defender los intereses de los sectores minoritarios a partir de las contribuciones que deberemos hacer todos los argentinos.
Este es el proyecto, está explicitado ampliamente.
Queda por ver como sigue la historia, quiero decir la Historia.
26-11-2023