De eso no se habla

En épocas de campañas electorales suceden cosas que pretenden tener un alto impacto sobre la decisión de los ciudadanos. Así, por ejemplo, días antes de las elecciones de medio término de 2017, aparecieron sorpresivamente, en un lugar varias veces rastreado del sur, los restos de Santiago Maldonado, desaparecido mucho antes en un reclamo de los pueblos originarios de la región o, nuevamente, ante las elecciones de medio término de 2021 se tuvo conocimiento de la celebración del cumpleaños de la esposa del presidente de la Nación, en plena pandemia, con las restricciones vigentes, con un grupo de tilingos en la Residencia presidencial de Olivos. Ahora, antes del pronunciamiento populat del 22 de octubre, ha tomado estado público el llamado “yategate” protagonizado por el Jefe de Gabinete de ministros de la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde.

Pero Insaurralde es un mero botón en la cantidad de personajes que han sido capaces de acumular riqueza a través del ejercicio de la política. Y en medio del silencio cómplice generalizado.

La política es un arma de las más nobles para lograr las transformaciones que una sociedad necesita para producir los cambios que sus integrantes desean alcanzar para vivir mejor. Y quienes la practican lo hacen (mejor dicho debieran hacerlo) para establecer esos cambios y llevarlos a cabo.

Hasta fines del siglo XIX, pese a la Revolución Francesa, el ejercicio de la política estuvo monopolizado por las clases dominantes. únicas depositarias del privilegio educacional, vincular y la formación que tal ejercicio exigía. Por otra parte el pobrerío, que no carecía de líderes, debía aceptar que la “maldición” del trabajo alcanzaba a todos para poder vivir y solo los ricos se podían dar el lujo de “hacer política”.

Quizá por esa razón algunos partidos de la izquierda llevaron a la práctica la militancia rentada que le asignaba a unos pocos la posibilidad de “vivir de la política” considerando que era el único medio que les permitía disponer de cuadros capaces de activar la gestión política de manera efectiva. Hubo en torno a esta práctica muchas discusiones Tantas que persisten hasta hoy.

¿Y cual es el estado de las cosas en nuestro tiempo y en nuestro país?

En los partidos políticos tradicionales abundan los personajes que no viven para la política sino que viven de ella. Esto se aprecian en muchas de las figuras descollantes y llega, en menor medida, hasta las bases.

Por dar un ejemplo, el ministro de Interior del gobierno de Menen, Manzano, supo defender sus tropelías aduciendo que “robaba para la corona”, eufemismo que no le permite ocultar (ni le interesa hacerlo) que está a la cabeza de un grupo económico poderoso que maneja una parte importante del tema energético de la Argentina. Seguramente, en los amplios pantalones que le quedaron después de haberse operado los glúteos, a sus bolsillos se deslizaron parte de aquellas recaudaciones.

Los miembros del poder legislativo tanto en el orden nacional como provincial tienen asignados “asesores” rentados que perciben retribuciones importantes por funciones que tal vez no lo sean. Y hasta está documentado que en muchos casos quizá no las perciban y pasan a otras manos (o bolsillos). Esta práctica no se restringe al oficialismo de turno sino que es una práctica generalizada de todo el espectro político.

La consolidación de la burocracia sindical que se atribuye al peronismo en realidad fue obra del dictador Onganía cuando concedió a los sindicatos las obras sociales que le permitieron a sus dirigentes convertirse en empresarios, rango en el que hoy descuellan, al punto que uno de ellos (Barrionuevo) se asocia al “gatito mimoso” del poder económico concentrado de la Argentina en su campaña electoral.

Ni siquiera los movimientos sociales están exentos de desvirtuar sus tareas originales como resulta evidente en organizaciones que han promovido desde la función pública a algunos malvivientes de la política.

Y el fenómeno no es nuevo.

La obra pública ha sido la fuente de engrandecimiento de la mayoría de los grupos locales a expensas del Estado. Lo fue desde siempre y lo sigue siendo ahora, sin distinción de bandería política y también ha servido para dejar caer importantes monedas en manos de muchos políticos.

Simultáneamente con el acuerdo entre Menem y Alfonsín respecto a la modificación constitucional de 1984, se produjo la “privatización” del río Paraná por el término de treinta años y como resultado de esa negociación un vecino de Chascomús. se hizo cargo de tareas secundarias pero importantes del mantenimiento del río. Romero aún sigue ahí y por esa equívoca “hidrovía”. con sus puertos privatizados en manos de las más importantes cerealeras, se deslizan nuestras exportaciones bajo la forma de “declaraciones juradas” que nadie controla seriamente y posibilitan una enorme fuga de divisas de nuestro comercio exterior.

Menem, electo presidente por el voto popular del partido más popular de nuestro país, fue el mayor exponente de la corrupción en esta joven democracia argentina mientras que Alfonsín tiene fama de haber sido el padre de esta nueva etapa en la historia de los argentinos. Y para que nadie quede afuera de este ejemplo, durante los últimos gobiernos populares (2003-2015) se fijó como día de la soberanía nacional el 20 de noviembre de cada año. en homenaje a la memorable batalla de la Vuelta de Obligado (20/11/1845), librada por el gobierno de Rosas contra los imperios de aquel tiempo (Inglaterra y Francia), pero nadie informó la situación vigente en la zona, donde imperaba (e impera) la falta absoluta de soberanía. Más aún en esos años se extendió la concesión. Y durante este último ¿gobierno? en que volvió a vencer la concesión. las autoridades del área responsable, en todo momento en manos de funcionarios del Frente Renovador de Sergio Massa, nada hicieron para recuperar la gestión de nuestro río.

Cuando el actual gobierno se hizo cargo de su gestión la relación del peso con el dolar estaba en el orden de los sesenta pesos. Luego de casi cuatro años, cuando el dolar ilegal ha llegado a tocar los mil pesos Página/12 (14/10/23) informa que “la investigación sobre (una cueva) dejó al descubierto como se “maneja” la cotización del dólar blue…” Le llevó cuatro años a las autoridades monetarias darse cuenta del manejo del tipo de cambio por parte de los grupos concentrados de la economía que a través de él lo han desestabilizado, esmerilado, provocado permanentemente sin la menor reacción y aún hoy ocultando que esa miserable cueva no es nada comparada con las mesas de dinero de los grandes bancos privados que operan al servicio de los grupos económicos de los que no se habla. No se habla de los manejos de los bancos y tampoco de los grupos económicos.

Mientras de eso no se hable, mientras el Pueblo ignore el orígen de sus males, de su padecer, aparecerá un desequilibrado mental y discapacitado intelectual con aires de sabio economista que es capaz de sentirse en condiciones de gobernar el país, liquidando las riquezas que nos quedan.

No estamos en la India. En la Argentina no existen castas. La prueba de ello es que un aventurero advenedizo aspira a presidirla.

Aquí, como en todo el mundo, existen clases sociales y este aprendiz de hechicero representa los intereses de los sectores privilegiados y no debería ser apoyado por las mayorías populares.

 

15-10-2023

 

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