10 de diciembre

En este año 2023 se cumplen 40 años de la jura como presidente constitucional de Raúl Alfonsín.

Aquel 10 de diciembre de 1983 estuve en la Plaza de Mayo con todos mis hijos (excepto Mariví que era muy pequeña y se quedó con su abuela postiza, mi amada Victoria) y un nutrido grupo de amigos.

Con todos ellos habíamos conformado por aquellos años oscuros y dolorosos un grupo de reflexión que era un remanso en medio de tanta desolación.

Entre esos amigos, sumados por Julio Iocco, había un importante componente de exreligiosos que ahora eran más “padres” que antes porque tenían hijos, una familia que proteger y, además, eran tan creyentes (o más) que antes. Ahí estaban Juan Walter, Pablo Puriccelli y Susana Vidal, la querida “Negra”. Más que amigos, compañeros y hasta hermanos. Esos hermanos que te da la vida.

Pero había muchos más.

Veníamos de atravezar el primer gran ciclo de neoliberalismo que soportó el país (1976-1983).

Cuando se nos vinieron las elecciones apresuradas por los militares para irse cuanto antes, en el seno de aquel grupo se plantearon alternativas: hubo quienes creyeron necesario apostar por Alfonsín (me incluyo) y otros que optaron por la propuesta peronista, liderada por un Luder (¡insufrible!). No por casualidad fue la opción de quienes venían de su opción por el peronismo.

Sin embargo, por encima de esas diferencias, en el acto que memoramos, nos reunimos cerca del Cabildo y vaya a saber por propuesta de quien, nos juntamos muy juntitos y entonamos, entre nosotros, el Himno Nacional.

Había un montón de esperanzas.

Había muchos proyectos.

Estábamos llenos de sueños.

Con la flojedad de Alfonsín volvimos un poco a la realidad.

Esa realidad sumó al temor de la dictadura el espanto de la hiperinflación.

La habíamos estudiado en la Alemania de los años 20 y ahora la transitábamos como una “clase práctica” en nuestro país.

Muchos, entre ellos los radicales, ignoraban las modificaciones estructurales que había padecido la Patria en la larga noche de la dictadura.

Todo facilitó el regreso del peronismo con la gestión de Menem.

Si Alfonsín fue flojo, Menem fue un canalla, un maldito que liquidó el patrimonio social acumulado por los argentinos (servicios públicos, YPF, empresas como SOMISA…) por “treinta dineros”.

Con Menem (y Cavallo, claro) el país sufrió el segundo ciclo de neoliberalismo (1989-1999).

Según el Dante debe estar en el séptimo circulo de los infiernos.

Al final de este tiempo a la muerte sembrada por la dictadura, a las consecuencias de la hiperinflación, había que sumarle la magnitud espantosa del desempleo. Más que desempleo deberíamos mencionar la enorme cantidad de ciudadanos arojados del sistema productivo.

Luego del estrepitoso fracaso de la Alianza sobrevino la crisis del fin de siglo y la aparición (¿debería decir “parición”?) de Kirchner y su tiempo que, paradojalmente terminó en el tercer ciclo de neoliberalismo que agredió a la Argentina.

El ciclo de Macri (2015-2019) fue de tierra arrasada y por lo tanto terminó muy mal.

Eso permitió el retorno, en las elecciones de 2019, de un gobierno que debió ser nacional y popular y, en cambio, no fue nada.

Esa nada dio paso a este engendro que inicia hoy una nueva gestión de gobierno.

Si algo debe reconocerse en Milei, es que no ocultó nada.

Sus propuestas (horribles) se esparcieron a los cuatro vientos.

Algunas con gritos desaforados, como para que nadie ignore su pronunciamiento.

¡Y muchos carajos!

Sus objetivos están expuestos en los nombres que lo acompañan: los Caputo boys en economía, con el apoyo de los hijos de Schiaretti y la Fundación Mediterráneo (es decir Cavallo); la presencia altamente preocupante de la fórmula presidencial del PRO en materia de seguridad y defensa; más que el negacionismo, la valoración de la dictadura por parte de la vicepresidenta… ¿Vale la pena seguir?

En materia de política exterior también sobran los nombres: Brasil está representado por Jair Bolsonaro (suena patético pero es la realidad); el gobierno de Biden envía (no por casualidad) a la secretaria del Departamento de Energía, Jennifer Granholm; se espera la llegada desde España del lider de VOX, Santiago Abascal; el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, es la extrema derecha de aquellas latitudes; Volodimir Zelenski arribará desde Ucrania… ¿Vale la pena seguir?

Si Macri fue tierra arrasada, en esta nueva etapa la tierra puede ser amasada con sal.

Puede imperar mucha destrucción. No en vano se enarbola una motosierra.

En consecuencia, por encima del particular momento que vamos a vivir, hoy más que nunca debemos renovar un montón de esperanzas.

También debemos ser capaces de emprender nuevos y más ambiciosos proyectos.

Ampliar hasta el infinito nuestra capacidad de soñar.

Y por encima de todas las cosas volver a escuchar la voz del Pueblo y ser capaces de llegar hasta él para compartir la vida y contarle nuestras esperanzas, proyectos y sueños que en definitiva son las esperanzas, proyectos y sueños de todos.

 

10-12-2023

 

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