Pasadas las recientes elecciones primarias y la confirmación del necesario ballotage entre Massa y Milei el próximo 19 de noviembre, varios colaboradores del colectivo de trabajo de “Cuentas & Cuentos” han reflexionado en el programa del domingo 29 y les hemos pedido que las reprodujeran por este medio.
Ahí van…
Hace 2 años en las elecciones legislativas de 2021, protagonizaron un triunfo notable, tan contundente fue, que quedaron convencidos de volver al gobierno en las elecciones para el poder ejecutivo en 2023 y se dedicaron a disputar internamente la candidatura. La interna fue encarnizada porque el ganador se llevaría el premio mayor de la presidencia del país. Tal vez una parte del problema que se les presentó en la actualidad, es que se olvidaron de representar al electorado que los votó, Durante 2 años se dedicaron a su propia interna y a hostigar a la coalición gobernante, que sintiéndose de salida, también estaba en disgregación.
Para que la situación sea más intrincada apareció una nueva fuerza con capacidad electoral. La Libertad Avanza, nueva en el panorama electoral, ya que lo que propone son ideas y proyectos que han sido muy agitados a lo largo del tiempo. Recupera la convertibilidad implementada por Domingo Felipe Cavallo en el gobierno de Carlos Saúl Menem en los 90, que en su oportunidad fue saludado en forma encomiástica por Jose Alfredo Martínez de Hoz, ministro de la última dictadura. Para que la trazabilidad sea completa, apareció recientemente Cavallo felicitando a Milei. Se puede decir que lo único nuevo que tiene esta gente son los votantes.
LLA corrió por derecha a Juntos por el Cambio, lo hizo con un formato descontracturado, onda juvenil, además lo acusó de ser parte de la casta –digamos de paso que tampoco es algo nuevo, los medios hegemónicos desde hace mucho hacen referencia a la clase política, otra forma de decir lo mismo– Juntos por el Cambio parece que no lo vio venir y continuó obstruyendo la gestión del oficialismo y alimentando la interna.
La fuerza política que Milei representa es de reciente formación. Creció mucho en muy poco tiempo, si pensamos en Juntos por el Cambio tampoco es tan antiguo. Quien impulsó su formación es el partido de Macri, el PRO formado en 2003, muchos señalan que es una de las fuerzas emergentes de la crisis de 2001; tendenciosamente dicen que la otra es el kirchnerismo, ignorando su condición peronista. La alianza del PRO con la UCR, partido centenario pero que en esa ocasión funcionó como la estructura que proveyó el armado electoral a Macri. Esta alianza es de 2015 año en que ganó la elección presidencial con Mauricio Macri como candidato; a 8 años de su nacimiento parece estar llegando al final.
Tal vez sea exagerado pero recordando que en los ’90 estaban los negocios a los que se identificaba con los fósforos -paddle, video club- se caracterizaban por inicios muy potentes, al mismo tiempo se replicaban como hongos, pero su duración era corta en el tiempo. Esto en el ámbito de las fuerzas políticas trae otros problemas al funcionamiento de las instituciones, como es la fragmentación de la representación ciudadana que hace mas difícil la gestión de gobierno y favorece la capacidad de imponerse a los poderes concentrados, que tienen diferencias entre ellos, pero no tantas como para no saber que los límites a su acción unilateral, está en los poderes públicos, es decir en la política.
Las fuerzas políticas crecen o no, de acuerdo a los votos que obtengan y lo que parece variar con mucha velocidad son los votos. Para no pocos votantes hace un par de meses la elección ya la tenía ganada Bullrich, luego de las PASO el ganador era Milei, coincidían esos ciudadanos en descartar la posiblidad de ganar una elección un candidato que se referenciara en el gobierno de Alberto Fernández, desde hace mucho si alguien no podía ganar era Massa; ahora luego de las generales dan por ganador a Massa. Los ciudadanos cambian con una frecuencia que desorienta a los que intentan anticiparse a sus decisiones. Los encuestadores van a seguir existiendo, pero con dificultades ya que el material con el que trabajan es muy inestable.
Una curiosidad de los encuestadores: algunos dicen que para tener una mejor aproximación a la opinión de los votantes, la pregunta debe ser no ¿a quien va a votar? Sino ¿quien cree que va a ganar?, esta respuesta, dicen estos profesionales, nos revela mejor por donde va el voto. Se saltean que la respuesta a ¿quien cree que va a ganar? será en base a las encuestas a las que tuvo acceso previamente. Me da la impresión que la de los encuestadores es una actividad en crisis. No la única. El entusiasmo manifestado por una gran cantidad de comunicadores a favor de algunos candidatos en los medios de comunicación, con pobres resultados, tampoco parece justificar tanto gasto.
Después de las elecciones generales quedan dos posiblidades. Todos dicen que el balotaje es otra elección. Si, en este tramo, más que hacer referencia a lo propio cada candidato se esfuerza en descalificar al otro. El mecanismo de balotaje, no sólo no fortalece al ganador con más del 50% sino que casi el 50% le vota en contra. Profundiza las diferencias y dificulta los necesarios acuerdos a partir de la instalación del nuevo gobierno. El balotaje es una mala herramieta para la democracia, saca lo peor de cada uno.
Las dos fuerzas que llegan a la final son muy distintas. Por un lado el peronismo en una de sus tantas variantes. La capacidad de adaptación es notable, los que lo miran con cierta simpatía señalan que esta cualidad está asociada a su voluntad de poder; con un poco más de distancia asocian esta capacidad de permanecer vigente al pragmatismo; ya en la vereda de enfrente lo consideran como la actitud absolutamente oportunista que los identifica. De distintas formas, con representaciones varias, desde su nacimiento el 17 de octubre de 1945 el peronismo es una fuerza política con posiblidad de acceder al gobierno por la voluntad popular.
Enfrente se presenta una fuerza de reciente formación, con muchos integrantes que vienen de otras agrupaciones, no es posible de otra manera. Se suman, quienes habiendo tenido otras experiencias, encuentran en este alineamiento político un lugar donde se sienten representados y poder concretar sus propuestas, de alguna manera: su lugar en el mundo.
Se discute si las grandes o destacadas personalidades por sus cualidades o sus defectos, son las responsables de lo que ocurre, difícil llegar a una conclusión definitiva, en cualquier caso, esos personajes pierden importancia en el sistema democrático si no reciben millones de votos.
A muy poco tiempo del balotaje del 19 de noviembre, con parada obligatoria en el debate del 12 de noviembre, el escenario era impensado. Los protagonistas, las alianzas, los posicionamientos partidarios e individuales, todo es diferente a lo imaginado. Los análisis que pretendían entender la realidad para anticiparse al futuro, fallaron. Pero la curiosidad que impulsa a los seres humanos a tratar de saber que nos espera, continúa. La ambición de entender para lograr que la situación se mantenga o para intentar modificarla está intacta. De un lado están los ganadores, los que sostienen que el mundo funciona bien, entonces todo debe seguir más o menos igual. Del otro, quienes ven un mundo injusto, con inequidades que deben y pueden corregirse y hacia alli apuntan.
La agenda del próximo gobierno estará dirigida a superar una inflación que parece crónica; una reforma judicial indispensable, una mejor distribución del ingreso para superar la situación de los más postergados, que haga realidad lo que marcó Alberto Fernandez al prinicipio de su gobierno “los últimos serán los primeros”. Tambien es conveniente reformar la constitución, para quitarle los condimentos neoliberales de la reforma del ’94. Ademas se debe encarar la reforma del sistema electoral. El fin de las PASO, que cada partido resuelva internamente sus candidatos; pensar hasta que punto se sostienen las elecciones de medio término, donde no se eligen cargos ejecutivos, sólo la composición de los legislativos y tambien eliminar el balotaje; el ganador de las elecciones generales se convierte en Presidente.
Esta es una agenda que espera un sector importante de sus votantes, no exenta de conflictos, siempre que el ganador del balotaje sea el ministro candidato, de no ser así, la agenda es mucho menos previsible, pero seguro será mucho mas conflictiva y tal vez un salto al vacio, pero convengamos que los sensatos o cuerdos, tienen en su haber malos resultados.
Ricardo Grosso
29-10-2023
A esta altura, se está ante la plena ebullición de la reconfiguración de las alianzas políticas de la derecha argentina. Por un lado, habrá un polo Milei-Macri, ya claramente definido; y por otro, un sector que posiblemente reúna al ofendido radicalismo, a las dirigencias del PRO en torno a Larreta-Vidal, además de la altisonante Carrió. Esta novedad transparenta dos proyectos con puntos de contacto, uno ubicado en el eje que trazara el estratega norteamericano Steve Banon: Trump, Bolsonaro, Kast y la ultraderecha europea; y dos, un espacio con ciertos pruritos democráticos, aunque no tanto: está en él Gerardo Morales, el gobernante provincial anti-republicano, represor y perseguidor de organizaciones y dirigentes opositores. Aún así, en este espacio, casi todos recibieron la violencia discursiva neofascista de Milei.
El portazo de Macri fue anunciado desde hace mucho. A Bullrich se le tuvo que decir en plena campaña que sus planteos pro Milei no ayudaban a su propia candidatura. Rápidamente, el mismo domingo 22, Milei enarboló la principal consigna de Bullrich, “vamos a terminar con el Kirchnerismo”, definición que no demostró eficacia ese día, pero que usó para tirar un puente hacia un sector que cree en ella. Y lo logró, al menos parcialmente, pues Macri arregló con él, aunque el resultado se verá en el balotaje del domingo 19 de noviembre.
La interpretación de los resultados electorales ha sido diversa, pero casi nadie sale del asombro. Por el lado de los intelectuales orgánicos del poder dominante, se focaliza en dos o tres factores. Las posiciones más vulgares, por ejemplo, la del periodista Opennheimer, acentúan la causa en la actividad de Massa, de su plan “platita” que, según él, irresponsablemente profundiza el déficit público y por ende la inflación; y a su campaña del miedo, cristalizada en la muestra de las potenciales tarifas del transporte público, que regirían de ganar Milei-Bullrich. Una opinión más sutil, la del también periodista Pagni, focaliza en la capacidad de intervención de Massa, reconociendo la profesionalidad de la campaña que en la práctica supo llegar o presionar a amplios sectores en su beneficio. Pero esto habría resultado menor al efecto que provocó la división del frente opositor al gobierno nacional. Un tercer acercamiento, esta vez de algunos intelectuales del propio sector derrotado, pone énfasis en lo inapropiado de la propia campaña, de sus consignas, de la lectura de lo que estaba ocurriendo, de la subestimación del enemigo a vencer, de la feroz interna que derivó del convencimiento de que quien la ganara sería el próximo presidente. Craso error, dirán, diremos.
Mas allá de los elementos objetivos presentes allí, se puede focalizar en tres factores que estuvieron presentes en la remontada de Unión por la Patria y la derrota macrista.
a. Uno, que la remontada de Massa y la mantención de la proporción de Milei en el electorado, es también un reflejo autodefensivo de la sociedad ante lo que parecía un avance arrollador de la ultraderecha, que porta en su mochila políticas que remueven ciertos consensos que tiene la sociedad, que parecieron ser demasiado: la venta de órganos, la libertad de portación de armas, las escuelas vouchers, la salud privatizada, el corte del vinculo con el Papa y el insulto a su figura, la paternidad irresponsable, entre otras. Ese reflejo autodefensivo contó con cierta activación de la militancia de base, que hizo y hace un trabajo arduo.
b. Dos. Una referencia a la profesionalidad de la campaña de Massa, a las características personales de sus intervenciones y gestos; a la cuidada presentación discursiva. Pero, además, al ritmo hiperactivo del impulso de medidas que tomó Massa, que mostró la potencialidad de la política como factor que incide en la vida de las personas. Esto, no fue otra cosa que acentuar el carácter redistributivo del Estado, en un contexto en el que la inacción implica más y más desigualdad y pobreza. Y eso, creo, tocó una fibra; Massa conduce un gobierno que hace; esto en contraposición de lo que mostró el propio gobierno nacional hasta acá y con independencia de que algunas medidas redistribuyeron regresivamente, podemos decir, en atención a la cuestión de hacerse de los dólares para pagar deuda y tratar de evitar la espiralización de la inflación. La devolución del IVA, la modificación del impuesto a las ganancias, impactaron en la consideración social, pero el dólar soja o la baja de retenciones, habilitaron cierta continuidad con sobresaltos controlados.
c. Tres. Refiere a la debilidad de las propuestas que presentó la oposición. Milei, con un set de políticas delirantes en la que destacó la dolarización. Pasada la novedad, a poco de andar, no pudo explicar la forma de organizarla, quedando cada vez más claro su inconsistencia técnica y política. Por el lado de Bullrich, que además de mencionar que tenía la experiencia y el equipo, no dejó en claro en qué consistía lo que iba a hacer, con diversos aspectos sin abordar o poquísima claridad en lo económico. Un último punto refiere a la cuestión de la persona. Bullrich mostró pobreza discursiva y desconocimiento sobre lo que hablaba. Milei, su inestabilidad emocional y su esforzada contención para no desbarrancar.
Otro punto de interés refiere a las razones que mueven a Mauricio Macri a romper la coalición que creó, que se asemeja a una traición de magnitud. Lo obvio es que Macri se juega porque ve que la unidad Milei-Macri puede quedarse con el premio mayor, ganar la elección. Pero hay otra cuestión que no parece tan evidente. El interés de Macri excede al interés por la política en sí misma. El poder político que otorgan las reglas democráticas seduce, impulsa la voluntad humana al umbral del anhelo por conseguirlo. Macri tiene poder político, y quiere acrecentarlo, pero antes que ello es poderoso pues es propietario, es un sujeto que tiene poder económico, esa dimensión no democrática pero principalísima del poder. Macri negocia con Milei. ¿Qué negocia? Ministerios, la conducción económica, quizá. Puede ser, pero Macri tiene una carpeta de negocios “in pectore”. La energía, los minerales, la aviación, ¿YPF? Y eso es más que el poder político o éste no es su primer objetivo, sino una forma de construir poder económico.
Macri tiene un volumen político capaz de movilizar un porcentaje del electorado. Pero esta vez, tuvo que pegar el agua y el aceite, Milei y Bullrich se despedazaron en la campaña y su unidad suena aparente, suena demasiado, suena oportunismo, suena baja de banderas, una inmoralidad propia de la más rancia casta. Vamos juntos, aunque nos odiamos, pero ojo que tenemos una consigna central, vamos a terminar con el kirchnerismo, vamos a borrarlo de la faz de la tierra. Esto nos parece grave pues es una consigna que tiene una lógica fascista, una lógica que identifica a un grupo social como culpable de todos los males y la solución es terminar con él, eliminarlo. El malestar que provoca la vida en la Argentina para muchas personas tiene una causa, es el kirchnerismo, y el remedio es odiarlo, tanto, tanto, que hay que hacerlo desaparecer para poder vivir sin el malestar. Así, el adversario político se transforma en enemigo de la sociedad. Primero, a nivel discursivo, tarea que ya está en marcha. Luego, quizás, con los resortes del poder del Estado, veremos qué pasa. Macri impulsó el espionaje estatal e ilegal en su gobierno, recordemos, cayeron en la volteada propios y ajenos, familiares de los submarinistas del ARA San Juan, dirigentes de Juntos por el Cambio, periodistas, etc. Pero se sabe que la violencia simbólica precede a la violencia material.
Recordemos, eso es lo que hicieron los fascistas en Alemania, en Italia, en Chile y en Argentina.
Milei, tuvo también una semana álgida. El pacto con Macri lo desdibuja, pero le trae apoyos concretos. Sin embargo, se lo ve poco tolerante e irascible, se lo ve “escuchando voces” y ello no lo ayuda a construir imagen presidencial. La contra que tiene es cada vez mayor. Macristas formadores de opinión como Lanata y Longobardi tomaron distancia de Milei, inclusive enojándose con el falso libertario, pero también con el macrismo y su aparente ingenuidad, vista como responsable de que un impresentable haya quedado tan cerca del poder político o que el peronismo tenga la chance de cuatro años más de gobierno. Al escucharlos se reconoce a otras organizaciones que hacen política que perdieron esta breve batalla, como por ejemplo los medios concentrados de comunicación. También el círculo rojo, es decir, el podio del poder económico jugó fuerte a una candidata que no llegó y evalúa que hacer. Sin duda, cuestiones que tendrán un desarrollo pues la primera contienda será en tres semanas.
Sergio Carpenter
29-10-2023
Lo que si sorprendió fue verificar que el 30% alcanzado en las PASO por Milei no fuera su piso sino su techo.
También fue sorprendente la recuperación de Unidos por la Patria (UxP): Massa pasó del 28% al 37%.
Tampoco sorprenden las casi inmediatas consecuencias generadas por estos resultados:
• El acuerdo Macri-Milei;
• El pronunciamiento de Carrió, tomando distancia;
• La puesta en escena del pacto por parte de Bullrich;
• La implosión de Juntos por el Cambio (JxC);
• La declaración de la Unión Civica Radical (UCR), a través de sus máximos dirigentes, manifestando su desacuerdo;
• La declaración de Rodríguez Larreta queriendo defender la continuidad de JxC, prescindente de las decisiones de Macri y Bullrich y expresando -simultáneamente-, su rechazo para ambos candidatos del ballotage.
Sin embargo, por encima de los acuerdos de los dirigentes, lo que prevalece es la decisión final de los ciudadanos: si nos atenemos a lo expresado en la primera vuelta electoral, la suma de los votos de la derecha totalizan 52,96% (Milei 30,09 más Bullrrich 22,87), de donde resultaría una diferencia importante contra el 37% de UxP. En consecuencia la pregunta del millón es si las razones que empujaron a esos votos son “sumables” en el ballotage.
Créase o no, los votos de Milei están bastante fidelizados, cosa comprobable con el pronunciamiento en las PASO y la primera vuelta. El planteo unificador proviene de sus ataques a la casta (la dirigencia política en general y la peronista en particular) y se supone que sus seguidores están dispuestos a aceptar el “sacrificio” de una alianza con parte de ella en aras de liquidar al enemigo principal: el peronismo. Solo algunos pocos, quizá, no lo hagan defraudados por la alianza con la maldita casta.
Los votantes del PRO, lo que podríamos llamar su núcleo duro, en su mayoría, no tendrán mucho drama en acompañar la candidatura de Milei, pero su cantidad es irrelevante.
La incógnita está en los partidarios de la UCR quienes se caracterizan por su conocido gorilismo pero en muchos casos parecen tener un ideario incompatible con las propuestas “descabelladas” del energúmeno de La Libertad Avanza (LLA). Por un lado, no ignoran que si se abstienen, no asisten o votan en blanco, están favoreciendo a Massa, pero por el otro no pueden desconocer que optar por Milei es llevar a cabo un triple salto mortal sin red al dejar al país en manos de un desequilibrado y una banda de improvisados, aunque se le sumen algunos nombres del macrismo.
Pero estos conceptos se expresan desde lo racional y los hechos (¡vaya que hay ejemplos entre nosotros!) pueden darse desde otro plano.
¿Alguien puede entender que un desvariado sume sin más mérito que sus actuaciones delirantes y propuestas propias de un loco peligroso el 30% de los votos? ¿Qué semejante esperpento, que apenas padece la más mínima contradicción en un reportaje pone de manifiesto sus trastornos mentales, acceda a la primera magistratura el país? Lo hemos expresado antes y lo repetimos aquí: ello solo es posible porque una parte de nuestra sociedad está informada pero enferma y otra no está informada por la incapacidad de las dirigencias populares para poner blanco sobre negro cuáles son las razones de nuestros males: repetir hasta el cansancio que los grandes grupos económicos locales (no corresponde llamarlos nacionales) y extranjeros se desarrollaron con la dictadura (1976/83); se consolidaron durante el gobierno de Alfonsín y alcanzaron las posiciones dominantes que hoy tienen en la gestión de Menem; que nadie les puso límites, ni siquiera los gobiernos nacionales y populares entre 2003/2015 y que en ese año, justamente, con la elección de Macri, fueron los titulares del gobierno y han sido -y siguen siendo- los dueños de la Argentina, quienes manejan las variables económicas (salarios, tarifas, tasas de interés, cotización de la moneda extranjera) y condicionan, cuando no lideran, las decisiones de la política y de los gobiernos. Manejan los mayores medios de comunicación, desarrollan un trabajo incesante en las redes, han llegado a promover un magnicidio, tienen fuertes alianzas con el poder Judicial y en su descarado intento desestabilizador han dejado inactivo el poder Legislativo.
Si la dirigencia que debiera ser popular no desnuda semejante situación ante el Pueblo, esa dirigencia se transforma, por lo menos, en cómplice de los grandes grupos económicos y reconoce carecer de un programa de gobierno capaz de contener los desbordes de esos grupos y lograr que las masas en las calles lo tomen como propio y lo impongan como medio de trasformar el futuro de grandeza de la Patria, donde exista:
• Un Estado fuerte y eficiente;
• Dirigentes honestos y cuyo único desvelo sea servir la causa del Pueblo;
• Controlar todas las variables económicas y regular el funcionamiento del mercado que no puede quedar librado a los conocidos de siempre;
• Lograr un desarrollo independiente, sin condicionamientos de ninguna potencia extranjera;
• Asegurar nuestra soberanía, recuperando el territorio en manos del viejo imperio (Malvinas) y aquellas tierras en manos de particulares en zona de frontera (Lago Escondido);
• Limitar la posible posesión de áreas significativas de nuestro territorio para propietarios locales o externos;
• Recuperar la soberanía sobre el río Paraná y mandar a diablo la malparida “hidrovía” para controlar a través de nuestros puertos la verdadera dimensión de las exportaciones;
• Reivindicar el mercado interno y asegurar una justa distribución de la riqueza;
• Fomentar la inversión extranjera si se trata de aportes ciertos para nuestro desarrollo;
• Asegurar para empresas oficiales el manejo de nuestros recursos naturales;
• Condicionar los pagos de la deuda externa a la investigación de su origen y a las posibilidades ciertas de nuestra evolución económica.
No ignoramos que esta enumeración es incompleta, solo tentativa.
No desconocemos el enorme poder de “fuego” concentrado en los grupos económicos concentrados.
Por esa razón proponemos que el conjunto de la sociedad asuma esta construcción “desde abajo”.
Esta tarea es la que deben llevar a cabo las masas.
ALGUNAS OBSERVACIONES INELUDIBLES
Fue muy bien preparada la presentación de Massa la noche del acto eleccionario¸ sólo banderas argentinas a su espalda y un mensaje prometiendo un gobierno de unidad nacional, aunque sin mayores precisiones sobre quienes serán convocados en caso de triunfar en el ballotage. Pudo exponer todo lo “que quiere” pero puso en evidencia su singular personalidad al hacerlo sin el acompañamiento de su candidato a vicepresidente, que recién ingresó cuando invitó a sumarse a los “familiares”.
En realidad, nada comparada con la presentación de Milei por A24, donde puso en evidencia toda la gestualidad de una persona enferma, sin lugar a dudas dañada y con escasas posibilidades de seguir soportando una campaña intensa como la que viene soportando y revelando sus profundas limitaciones para cargos de la importancia de tamaña trascendencia. Digámoslo sin tantas vueltas: este personaje no tiene la salud necesaria para ser presidente de la Nación.
Por último cabe agregar que pese a la premeditada falta de protagonismo de la vicepresidenta y dado el grado de participación que se ha autoimpuesto Macri por las limitaciones que se observan en el candidato de LLA, no debería sorprender que se procure, desde la oposición, presentar el ballotage como una falsa confrontación entre Cristina y Macri, cuando en realidad lo que se disputa son dos programas de gobierno muy definidos, muy diferenciados y que implican dos proyectos de país.
José María Cardo
29-10-2023