Las palabras no son inocentes, mejor dicho, el uso de las palabras nunca es inocente. El sentido que se les da implica una cantidad importante de preconceptos y saberes compartidos o a veces no tanto. Conviene a la hora de pensar que es lo que pasa y que se dice, tenerlo presente.
Una palabra por todos conocida es “quilombo”, está asociada al desorden o a los prostíbulos. El origen es africano y tiene que ver con esclavos que escapaban de su condición en el Brasil y al reagruparse para vivir en libertad, las aldeas donde se reunian fueron nombradas como quilombos. Por supuesto infringian la ley, en esos años la esclavitud era legal, un esclavista al detectar que alguno se le escapaba, hacía la denuncia para que las autoridades le recuperen su propiedad. Uno puede imaginarse al esclavista haciendo la denuncia ante la autoridad pública con la intención de recuperarlo y al agente de turno, con un guiño cómplice decirle y si… hay que tener cuidado, usted vio como son. Todo esto en protugués.
Más conocida es la historia de los esclavos del sur de los Estados Unidos, que aspiraban a emigrar al Norte, donde, al no haber esclavitud se convertían en hombres libres. En Brasil los esclavos aspiraban a irse al quilombo. La palabra quedó asociada a la visión de los esclavistas, para los cuales era ciertamente un desorden. Mientras que para los esclavos y ex esclavos ese término tenia el sentido de la libertad.
Más reciente en el tiempo y en el espacio, entre nosotros la palabra saqueo inmediatamente nos trae imágenes de supermercados chicos o grandes, invadidos por gente que vaciaba su contenido ante la mirada atónita e impotente de sus dueños, en los más pequeños y por los empleados en los más grandes. La palabra saqueo la asociamos al desorden generado por personas necesitadas, que se aprovechaban de locales con poca o ninguna vigilancia, para apropiarse de alimentos o de lo que econcontraran, muchas veces los llevaban a cabo con la cara cubierta o al menos evitando ser identificadas. Intentaban el anonimato, ya que su acción implicaba un riesgo. Saqueos donde se producían enfrentamientos y estaban rodeados de violencia y de peligro.
Otros saqueos son violentos pero no en el sentido físico, sino institucional. Por ejemplo una gran devaluación significa que, aquellos que los tengan, pierden parte de sus ahorros, también los bienes que posean se devalúan. Es un saqueo concretado, a la luz del dia y a cara descubierta. Esto vivimos en estos días, no es la primera vez, El saqueo no pocas veces se organiza institucionalmente y los beneficiarios están a la vista de todos.
El 2001 está muy lejos para muchos y gran parte de los jóvenes no lo vivieron plenamente. En esa ocasión la situación fue creciendo en malestar. La recesión que se inició en 1998 dejaba a muchos sin trabajo y a los que lo tenían con ingresos que se reducían. La convertibilidad otorgó estabilidad pero con desniveles, las tarifas de los servicios públicos estaban dolarizadas y se actualizaban por la inflación de los EEUU (en esos tiempos en torno al 2% anual). El mercado interno se achicaba y la malaria se generalizaba. La incertidumbre sobre la sostenibilidad de la convertibilidad crecía, en ese contexto se dictó por el congreso la ley de intangibilidad de los depósitos, algo asi como que esa plata -pesos o dólares- estaba seguro para aquellos que la tenían en los bancos. Llegó el corralito, voló la intangibilidad y la plata que estaba en los bancos quedó atrapada. Gran saqueo perpetrado por los bancos con la complicidad de las autoridades públicas. Después vino el saqueo a los comercios.
En este año el gobierno declaró al “2024 como año de la defensa de la vida, la libertad y la propiedad” como las palabras implican preconceptos, saberes previos y también intencionalidades, somos muchos los que dudamos de la conveniencia para las grandes mayorías de esta declaración. Por tomar sólo el último término, el de propiedad; aludimos a la propiedad con “tengo…” pregunto: esa defensa de la propiedad incluye “tengo trabajo” Tengo la impresión que la propiedad que están dispuestos a defender es la de los megaricos, a los que ya mismo no les está yendo nada mal.
Ricardo Grosso
enero 2024