Año 2020 – En el día del amigo

Edmundo “Bocho” López vivió la mayor parte de su infancia y juventud en un seminario. Allí lo llevó la tradición familiar y la influencia de algún tío sacerdote. Cuando decidió no ordenarse estudió ingeniería civil y hoy es uno de los mayores responsables por el diseño y en algunos casos la construcción de los pasos bajo nivel ferroviarios de las comunas del norte del gran Buenos Aires. Vive por aquellos lares. Además escribe cuentos, obras de teatro, relatos. El dice que lo que crea es muy loco (y a veces escatológico) y algo de razón tiene. Nos ha acercado un “escrito ficcional” de los momentos de la peste (2020).

Para que tengo que escribir. Para que quiero escribir. Para ilustrar a quien. Para decir que cosa. Lo único que sé es que estoy encerrado hace 124 días por un puto virus que nos mandaron los chinos, y que es tan selectivo que mata a casi exclusivamente a todos los viejos. Es el cuarto jinete del apocalipsis. El primero la dictadura del 76, el segundo el peronismo del 2020, el tercero la jubilación y el cuarto el coronavirus. Ahora el virus en China mató a relativamente pocos. En EEUU, su archienemigo, se contagiaron todos. El virus tiene una predilección por los ancianos. El 70% de los muertos son ancianos. Hace poco un alto funcionario del Banco Mundial decía que el problema del mundo son los ancianos que viven tanto, y que había que resolverlo en un tiempo relativamente corto. Al poco tiempo aparece este virus, obviamente artificial, dispuesto a hacer los deberes. Claro, en este momento estamos utilizando casi 1,57 mundos sustentables para alimentar a todos. Y se piensa que en poco tiempo, unos diez años, harán falta dos. O sea que para que la tierra fuera sustentable en un tiempo más, deberíamos tener una población mundial de 4.000.000.000, casi la mitad. Pero somos 8.000.000.000. O sea el doble de lo que sería deseable. ¿Cómo resolvemos el problema? ¿Aumentando la producción de alimentos? No. Eso produciría más desertificación, inundaciones y catástrofes naturales. No se puede desforestar más. No se puede producir más alimentos porque se agravaría el problema. Piensen que se utiliza la soja para dar de comer a los animales. Y los animales son comidos por los humanos. Es una espiral ascendente. Más somos, más comemos, más animales criamos, y más soja necesitamos. Ahí no está la salida. ¿Hacemos una razzia? Las guerras ya no son como antes, ya no matan tanta gente. Ahora las guerras destruyen, pero no matan gente. No sirven para controlar el crecimiento de la población. Los fenómenos meteorológicos (terremotos, inundaciones, derrumbes) matan muy pocas personas. La única salida es la exterminación lisa y llana. En “Un mundo feliz” de Huxley a los setenta años, se despedían, los metían en un tubo, y los mandaban a la luz. Matar a media humanidad. Es duro… En nuestro país. ¿Cuánto son los jubilados? ¿Siete millones? ¿Sobre cuarenta y cuatro? El 16% de la población. ¿Cómo los vamos a matar? Con guerras no, Dios no lo quiera, no van a la guerra. Sólo comen, van al médico y miran televisión. Pensemos como los nazis. Para matar a los judíos, primero los adelgazaron y los debilitaron. La mitad murió por enfermedades, y a la otra mitad la quemaron. Para quemarlos, si eran flacos se ahorraba combustible. Quemarlos significaba borrar las huellas del crimen. Enterrarlos era dejar constancia. Los encerraron en lagers, los mataron de hambre y cuando pesaban 40 kilos los gasearon y los cremaron. Por lo que vemos en la Argentina va en camino. Con la jubilación que cobran los jubilados solo pueden hacer régimen. Sólo adelgazar. Por lo tanto, en un tiempo razonable van a estar flacos, debilitados, sin defensas, y aptos para la solución que trajeron los chinos con su virus. Cada jubilado que se contagia muere. La familia no lo puede despedir, ni llorar. Y la verdad que un viejo es un problema. Hay que ocuparse, llevarlo al médico, a cobrar, distraerlo, hacerle hacer gimnasia. Los ancianos ya no sirven para cuidar chicos. En definitiva es más práctico poner un retrato en el living, prender una vela, y sentir que una gran desgracia se lo llevó. Desgracia de la que no tuvimos ninguna participación. Fueron los chinos. Y Ahora Trump nos va a vengar. Cuando mueran todos lo que tengan que morir seremos unos 6.000.000.000. Hasta llegar a esa cifra los chinos no van a parar de inventar virus, ni de comer mierda. Quizás ya a esa altura se estén comiendo entre ellos. Lo otro que hay que hacer es limitar los nacimientos. Ninguna pareja puede tener más de un hijo. Cada dos uno. Así va disminuyendo la población. Hay que poner en vereda a la India que está como loca fabricando chicos. ¿Cómo lo hacemos? Un virus donde a los hombres se les caiga el pene y a las mujeres las tetas. O más fácil. Después que tuvieron un hijo. Castración química para los hombres y un virus que se coma las trompas de Falopio para las mujeres. Sin jubilados y con una tasa de crecimiento negativa estaríamos en el buen camino. Otro problema que influye es el calentamiento global que va minando las posibilidades de la tierra sustentable. Es bien sabido que el mayor aportante de calor y gases a la atmósfera son los animales rumiantes (las vacas, caballos, etc.). Ahora las vacas aportan el 38% del efecto invernadero a través de los pedos que se tiran. Parece un chiste pero es verdad. La industria el 15% y las vacas el 38%. Entonces para disciplinar a las vacas hay que fabricar un ano contra natura conectado a un globo resistente para que los gases producto de la digestión de las vacas se acumule en el globo. Cómo los gases son más livianos que el aire va a producir una fuerza ascendente. Cuando esa fuerza ascendente supere la inercia producto del peso del animal, este comenzará a elevarse y se perderá en la estratosfera. Allí en algún momento se pondrá en órbita y dará la vuelta a la tierra por toda la eternidad. La capa de ozono se cerrará y será un problema menos.
Bueno así estamos. Hagamos un resumen: somos 6.000.000.000, no deforestamos más, resolvimos el problema de los pedos de las vacas, la tasa de crecimiento de la población es negativa. En diez años seremos 4.000.000.000, y la tierra estará en mejores condiciones que ahora para abastecer a la humanidad. ¿Es tan difícil? ¿Por qué no lo hacemos?

Edmundo López
 

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