Qué tristeza para la patria

Si la memoria no me juega una mala pasada hablo de cosas que ocurrieron en noviembre de 1955.

En setiembre Perón, luego del golpe de estado, había partido rumbo al Paraguay.

En nuestro país, de la enorme cantidad de medios que cantaban loas al gobierno peronista, solo un diario, “El Líder”, trataba de mantener una posición independiente, diferenciándose de todos los restantes que rápidamente corrieron a socorrer a los vencedores.

En ese momento quien fuera vicepresidente de la República en los años finales de la gestión peronista, el contraalmirante Tesaire, produjo declaraciones para infamar al ahora “tirano prófugo”.

Para informar ese hecho, “El Líder” publicó una columna con este título: ¡Qué tristeza para la Patria!

Con el cerramos nuestro comentario de la semana pasada.

Nos remitíamos al momento que estamos viviendo en este instante, luego de un año de gobierno (¿de gobierno?) de los hermanos Milei.

¿“Gobierno de los hermanos Milei”? Tampoco la pavada: en verdad de los grandes grupos que se han adueñado del país y usan a estos “forros” para que pongan la cara.

Créase o no, ante la felicidad de estos desdichados en los días que corren me parece que no son conscientes del mísero lugar que ocupan en esta historia. Así escrita, historia, con minúscula, como corresponde a una historia mínima, miserable interpretada por miserables personajes que no saben sacudirse el fango de los hechos que se atreven a protagonizar.

Porque estos tipos van a salir de esta situación meados y llenos de caca porque después de todo estos tipos son los soretes de estos acontecimientos.

Así lo enseña la Historia. La otra, con mayúscula.

Pero si ese es el final de estos infelices, allá ellos con su aceptación de semejante destino.

Lo preocupante son sus mandantes, aquellos que hemos mencionado como los dueños del país.

Los que han emergido luego de la dictadura de Onganía, se consolidaron con la dictadura de Videla y crecieron de manera imparable con todos los gobiernos que le sucedieron. Ese crecimiento se fundó en el permanente endeudamiento del país y la fuga de capitales al exterior, ante la mirada condescendiente de los gobernantes de turno, cuando no con la complicidad de los mismos.

Hoy sabemos que para el actual gobierno, los asesores de estas empresas propietarias de la Argentina han redactado decretos; suministran funcionarios para distintas empresas estratégicas en el desenvolvimiento económico del país; apuntan a quedarse con la administración de los recursos naturales que hacen a la Argentina un bocado altamente interesante para los dueños de las finanzas internacionales; la entrega de áreas identificadas con la preservación de la soberanía nacional; el cuidado de nuestras fronteras y con ellas el aprovechamiento, a través de meras declaraciones juradas, la fuga de una parte importante de la producción nacional.

No otro ha sido el destino final de la mal llamada “hidrovía” del río Paraná.

El chanchullo nació junto con el Pacto de Olivos, cuando Menem y Alfonsín acordaron la privatización del área, a tal punto que un vecino de Chascomús durante largos años ha sido en parte administrador del engendro.

Cuando en los gobiernos de Cristina se estableció el día de la soberanía para conmemorar la Batalla de Obligado nadie fue capaz de informar que por aquel tiempo se extendió la fecha de vencimiento de esa concesión vergonzosa.

Esa concesión venció durante la gestión del gobierno de Alberto Fernández (como si en dicho gobierno hubo alguna gestión de algo) donde el sector quedó en manos de gente (¿gente?) del Frente Renovador de Massa. Hoy sabemos que la administración del sector es ambicionada por Macri, como retribución de Milei por los servicios prestados. ¡Cuánta basura!

Divagando sobre nuestros pesares nos hemos referido a uno de los más sensibles, una de las mayores afrentas a la soberanía de la Argentina. Afrenta desconocida por la mayoría de los ciudadanos porque la dirigencia política es cómplice de tamaña canallada.

Téngase en cuenta que por todo su recorrido los controles son un colador por donde fluye gran parte de nuestra riqueza sin la debida fiscalización, donde seguramente el contrabando le roba a la sociedad un importante porcentaje de la riqueza que somos capaces de generar pero, no menos importante, téngase presente que el puerto de Rosario, en la ciudad argentina donde más alardea el crimen organizado, donde seguramente fluyen sustancias prohibidas, carece de adecuados modos de control sobre cualquier actividad, legal o ilegal, porque ese sistema portuario está privatizado.

Y me imagino lo que podría ocurrir en manos de agentes de Massa o Macri. ¡Me cago en ellos y sus agentes!

La frutilla del postre de esta situación es que todo el movimiento naviero nacional se desarrolla a partir del puerto de Montevideo y por tal motivo no se han llevado a cabo las obras de infraestructura que demanda el Canal Magdalena. ¿No parece todo esto un enorme “cuento del tío”?

El control estatal tampoco resultaría eficiente si queda en manos de los conocidos de siempre, que pondrían ese supuesto control a su exclusivo beneficio.

El control debe ser ejercido por los sectores ligados a la explotación de nuestras riquezas y las organizaciones sociales y sindicales involucradas. Solo los controles democráticos y con amplia participación popular son una garantía de gestión.

Pero llevados por el análisis general de la depredación a que está sometida la Patria, hemos terminado en un hecho puntual, para nada despreciable, como la maldita “hidrovía”.

Es solo un caso pero patético del grado de desprotección del patrimonio social de los argentinos, ante la absoluta ignorancia del conjunto de la sociedad, de la magnitud del despojo de que es víctima.

Pero a ello debemos agregar la vergüenza de un senador nacional electo en 2019 por el Frente por la Patria, justicialista el hombre, con antecedentes de negociados en Entre Ríos, que no le impidieron resultar senador y que ya durante este gobierno se prestó a apoyar todas las leyes libertarias, seguramente por algunos mangos. Hoy luego de su detención en Paraguay, los peronistas le imputan ese hombre a Milei, los energúmenos de la Libertad Avanza tratan de despojarse del personaje denominándolo peronista y, casi todos, acusan a Macri de haberle jugado una encerrona con sus vínculos paraguayos.

Pero la cosa no termina ahí. El presidente del bloque del Pro, Ritondo, en convergencia con su esposa es denunciado por varios negociados injustificados con inversiones en inmuebles en Estados Unidos y la mayoría de la CASTA se agita por todo ello y todo lo que aún no se alcanza a ver dentro del aisberg, mientras todos bailan alegres sobre el Titanic.

La vergüenza no alcanza…

Por tal razón hoy sentimos, mucho más que nunca antes, la tristeza que agobia a la Patria.

 

21.12.24

 

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