La proximidad del balotaje hace muy presente la política en la vida de la sociedad. Semana a semana se van mostrando sus aristas y se van configurando las fortalezas y debilidades de los conglomerados que disputan la llave de acceso al poder político.
La primera vuelta eleccionaria del 22 de octubre dejó tres características: la remontada del candidato Massa que alcanzó el 36,7% de los votos, la contención de las preferencias por el candidato Milei (30%) y la rotunda derrota de la Sra. Bullrich (24%). Un resultado inesperado para la mayoría, a lo que siguió una reconfiguración del espacio político opositor al oficialismo.
La primera semana fue de altísimo voltaje. Mauricio Macri reapareció en la escena volcando su clara preferencia por Milei y haciendo un acuerdo con él. En ese avatar arrastró a la Sra. Bullrich y a varios dirigentes políticos o ex funcionarios de su gobierno. Ello produjo una ruptura en la coalición Juntos por el Cambio, pues el radicalismo se diferenció con claridad del apoyo a Milei y criticó severamente la actitud de Macri que “se cortó sólo”. Otros dirigentes del PRO y otros miembros de Juntos por el Cambio también criticaron su decisión y se distanciaron.
A su vez, el apoyo de Macri reconfiguró la impronta de la candidatura de Milei. Por un lado, le significa un caudal de votos pues Macri tiene cierta capacidad de arrastre. Pero por otro, desdibuja el perfil avasallante y disruptivo del falso libertario que ahora se muestra subordinado a la estrategia de Macri. Es esperable la pérdida de apoyos por ese motivo. En términos políticos, hay ruido pues algunos diputados electos han explicitado su deserción de las filas de La Libertad Avanza luego de la novedad. A eso se le suma que los ex socios de Macri toman más distancia de su jugada, lo que en términos políticos -por lo menos- hace más amigable la idea de votar a Massa.
La segunda semana dejó otros condimentos en este proceso de “maceración” del balotaje. Por un lado, Massa se muestra muy activo. Tuvo que enfrentar el problema del repentino faltante de nafta en las estaciones de servicio que duró 4 o 5 días. Fue una situación tensionante pues hubo una especie de sicosis que alimentó la escasez y que podía significar malhumor social y pérdidas de apoyo. Massa tuvo una posición clara, identificó el problema en las petroleras, mostró decisión al anunciar que si no resolvían el abastecimiento se cortaban las exportaciones, y la nafta, finalmente, apareció. Hay un problema con los precios del petróleo, había un congelamiento de precios hasta el 31 de octubre, que fue “acompañado” por esta repentina escasez, que también tuvo un condimento en el atraso tarifario y el aumento en la demanda. Conclusión, el abastecimiento se reestableció, el ministro y candidato mostró firmeza y las petroleras negociaron un 10% de aumento. Por ese lado, todos contentos.
Pero a su vez, Massa continuó desplegando medidas dirigidas a distintos grupos poblacionales. Por ejemplo, anuncia políticas para las personas con discapacidad. Recordemos, hoy existen 1.2 millones de beneficiarios/as de pensiones no contributivas por invalidez, es decir, Massa les habla a ellos y sus familias, unos 5 millones de personas. Otra: dispone la ampliación de la vigencia de la jubilación anticipada que podría hacer que más de 20 mil personas desempleadas pero que tengan los años de trabajo requeridos por la Ley previsional y que sean hasta 5 años menores a la edad legal de retiro, puedan acceder al 80% de la jubilación hasta que cumplan dicha edad legal. Una tercera intervención pone en marcha un plan referido a los trabajadores de plataformas, que se estiman en unos 600 mil en todo el país, consistente en generar condiciones para sacar de la precariedad laboral a ese colectivo laboral, contemplando la cobertura de Riesgos del Trabajo, de Salud (Obra Social) y derechos jubilatorios.
Por el lado del tándem Milei–Macri, en cambio, se observan claras inconsistencias a nivel discursivo. Se sigue insistiendo en ideas absurdas o irrealizables desde el punto de vista técnico o político: la venta de órganos, la privatización de la educación o la dolarización. Luego, Milei tuvo que llamar a la tranquilidad respecto de las reformas que propone, que éstas no perjudicarían inmediatamente a nadie, lo que recuerda al Macri candidato en el año 2015 que en el minuto 44 del partido con Scioli, hizo lo mismo.
Pero a las desinteligencias y debilidades discursivas de Milei se suman las referidas a la construcción política, en cuanto a la capacidad de aunar apoyos en torno a su liderazgo. Primero, más allá de la capacidad de arrastre de Macri, no se entiende bien que hace ahí, ejerciendo una especie de jefatura de la candidatura de Milei. Macri, aquel político con peor imagen negativa, que fue derrotado categóricamente en el 2019 esencialmente por haber conducido un pésimo gobierno. Esa jefatura supone la disposición de los medios de comunicación concentrados y de sus mal llamados periodistas, quienes han tenido que hacer una reconversión acelerada vergonzante. Pero también implica el aporte de equipos políticos y técnicos, implica nombres ministeriables y desarrollo de políticas. Esto, termina desplazando, en parte, lo que había allí. Es notorio el mensaje del economista Carlos Rodríguez diciendo que él y otros del equipo de la primera hora mileista, no tienen autorización para hablar por los medios y en paralelo, otros hablan. Entonces, el desencanto también puede estar presente y convertirse en cierta migración de votos conseguidos por Milei en la primera vuelta hacia la indiferencia o quien sabe, hacia su rival.
Un capítulo aparte merece la Sra. Bullrich, quien recibió la violencia discursiva neofascista de Milei y que en una voltereta de 48hs termino aliada a su castigador. Una sucesión de intervenciones televisivas confirman su baja densidad intelectual y su incapacidad de tener un discurso que no caiga en incoherencias cósmicas. Termina de perfilar un derrotero sin futuro político, de la mano de su consigna favorita: “hay que terminar con el kircherismo de una vez y para siempre”. A contramano de esto, impensadamente, rescatamos la opinión de Avelluto, ex ministro de cultura de Macri, que reniega de dicha consigna diciendo que el anti-kirchnerismo fue una droga para él y que pudo dejarla; que la eliminación del otro no se condice con la democracia. Por nuestro lado, repetimos, es una consigna fascista que convierte el malestar en odio a un grupo social, que promueve la eliminación del otro como forma de aliviar ese malestar. Un peligro pues, como se sabe, la violencia simbólica precede a la violencia material.
En estas dos semanas se ha consolidado la candidatura de Massa. Cuanto de esto realmente se traducirá en votos el 19 de noviembre, es una incógnita. Y esta relativa incertidumbre y en general esta situación que generan las elecciones tiene un costado positivo: es un tiempo en donde la política es protagonista, aunque sea a nivel superestructural.
Sergio Carpenter
02-11-2023