Hoy

No puedo dejar de preguntarme cómo hemos llegado a “esto”. “Esto” es esto que estamos viviendo hoy los argentinos. ¿Y qué estamos viviendo los argentinos?

Un cuadro desolador que si se quiere (por ponerle un punto de inicio) tuvo su orígen en el golpe de estado de 1976, cuando se produjo el definitivo regreso de la oligarquía al gobierno de la Argentina.

Lo habían intentado en 1955, con el derrocamiento del primer peronismo pero la construcción institucional de aquel a lo largo de una década lo impedía.

El período dictatorial (1976-1983) rigió por el programa esgrimido por José Martínez de Hoz y dio nacimiento a una nueva burguesía que se enriqueció con los servicios prestados a la política genocida de los milicos de turno, condicionando el futuro.

Tras la frustrada incursión en Malvinas, las fuerzas armadas de nuestro país quedaron casi heridas de muerte pero ello no impidió que el poder económico siguiera concentrándose.

Ese poder pudo liquidar la experiencia alfonsinista (1983-1989), imponer el gobierno de Menem (1989-1999) que liquidó desde el peronismo todas las grandes conquistas que el peronismo había alcanzado en su primer etapa histórica (1946-1955), soportar durante un tiempo la calamidad de De la Rúa (1889-2001) y tener que aceptar el estado pre-revolucionario de una minoría de la población en la crisis del fin de siglo.

Ello posibilitó el breve interregno de Duhalde (2002-2003) quien, luego de la masacre de Avellaneda, posibilitó el ciclo kichnerista (2003-2015) que no supo, no pudo o no quiso impedir un nuevo ciclo del imparable avance del poder económico que, manipulando los medios de comunicación, sometiendo a la justicia y adocenando a una parte de la población logró que uno de sus peores exponentes, Macri (2015-2019), gobernara gracias al voto popular nuestro país .

Este perfecto ejemplo del imbécil poderoso con plata endeudó al país con el FMI en 44.000 millones de dólares y ni aún así pudo ser reelecto, pero el regreso del Frente de Todos (2019-2023), de la mano de los Fernández (Alberto y Cristina) resultó un muestrario de frustraciones de la esperanza colectiva y la desorientación casi perfecta en el manejo de la cosa pública.

Ahí se incubó el huevo de la serpiente que estalló en el proceso electoral de 2023 con la parición del estrafalario monstruito que hoy preside la Argentina.

Sin embargo, para que un psicótico que enarbola una motosierra, usa un vocabulario que supone que su boca más que una boca es un ano contra natura, difunde mensajes de odio, es incapaz de sostener una pareja heterosexual, se ufana de sostener diálogos con el “más allá”, manifiesta su devoción por Margaret Thatcher, se somete con alegría a los dictados de Donald Trump, se identifica con el asesino de Palestina, el sinonista Benjamin Netanyahu y, para ser consecuente con semejantes dislates, se refugia en relaciones casi familiares con animales caracterizados por su agresividad, para que un siniestro delirante con estas características, para un enfermo que asegura que la justicia social es un robo, resulte votado por al menos un tercio de la población esto indica que algo no está bien en nuestro país.

Desde mi perspectiva creo que no está bien la salud de una parte de mis hermanos y mucho menos el grado de compromiso de los dirigentes de esta sociedad que no han visto, no han querido ver, no han sabido ver o no pudieron ver el grado de deterioro experimentado por estos sectores que no son nada minoritarios. Y mucho menos han sido capaces de contrarrestar el mensaje mafioso de los sectores dominantes de la Argentina que se han propuesto a través de semejante imbécil alcanzar el objetivo final: ser, en definitiva, los dueños de la Argentina.

La situación es incierta: el modelo económico impuesto (durante la dictadura, el gobierno de Menem, el de Macri y la presente gestión del mamarracho) es a todas luces contraproducente. Destruye la soberanía nacional, emprobrece a la población, beneficia a los grandes corporaciones locales, abre las puertas de nuestra economía a los grupos financieros internacionales y, lo más grave, pone en riesgo la integridad territorial de la Argentina.

Le ruego a mis compatriotas volver a leer el último párrafo: (EL MODELO ECONÓMICO IMPUESTO) PONE EN RIESGO LA INTEGRIDAD DE LA ARGENTINA.

No es una mera frase alarmista. Es una dramática realidad: nuestro país hoy padece una usurpación territorial en las islas Malvinas; acepta que una región del sur de nuestro territorio, el lago Escondido, esté secuestrado por un canalla inglés que se caga en nuestra soberanía; soporta que la mayor cuenca fluvial de nuestro territorio, el río Paraná, por donde circula el 80% de nuestras exportaciones, esté en manos de las grandes cerealeras que manifiestan sus ventas por… “declaraciones juradas”; nuestros minerales se comercialicen sin el menor trabajo nacional agregado por medio de empresas internacionales que con suerte dejan algunos pesos a cambio de tamaños tesoros; la República se endeuda para que unos pocos vivos fuguen las divisas que son indispensables para nuestro desarrollo…

Falta que pongamos bandera de remate sobre esta bendita tierra.

Hoy se cumplen 215 años de nuestro primer intento de ser libres.

A lo largo de poco mas de dos siglos no son muchos los períodos donde hemos disfrutado por entender que habíamos alcanzado ese objetivo.

Una impronta habitual ha sido considerar que aquella proclamación debe ser completada porque en el tiempo se ha ido desvaneciendo.

El estado de situación que atravezamos nos exige a todos los argentinos tomar conciencia de semejante desastre y ponernos en campaña para exigir que los que se pretenden dueños del país vuelvan a sus guaridas y se reserven al monstruito para su esparcimiento si les resulta grato y la Nación recupere sus posibilidades de ser una Patria justa, libre y soberana como paso previo a ser final y definitivamente una Patria liberada.

Nos debe ir la vida en esto.

 
25-05-25

 

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