Engañapichanga

En nuestros años infantiles así llamábamos a aquello que nos quería engañar con su apariencia.

Ahora de grande, pienso en esta expresión cada vez que un “analista”, un “investigador político” o un “eminente intelectual”, cualquiera sea su orientación, se pone a analizar el momento que vivimos y trata de entender como funciona Javier Milei (JM) y su gobierno, sin la menor mención de la verdadera situación que domina el escenario en nuestro país: el poder concentrado de no más de cincuenta grandes empresas (probablemente sean menos) que son los dueños del país y han entronizado a este pobre tipo en el sillón de Rivadavia que, valga la redundancia, fue otro pobre tipo de tiempos relativamente lejanos.

¿Alguien puede creer que sin el poder decisivo de estos tipos el horrible pelucón que nos ha tocado en suerte hubiera ganado las elecciones? ¿Alguno puede imaginarse a este pobre tipo sin el apoyo de semejante cofradía de impresentables?

No hay ninguna posibilidad de sostener a semejante personaje sin la decisión que resultó claramente expuesta en el último congreso de IDEA: “Si no es ahora, ¿cuándo?”. Ya no es Macri quien gobierna por delegación de las grandes corporaciones. Ahora gobiernan las corporaciones a través de la patética imagen de JM.

Y JM podrá presentarse en foros internacionales a perorar pelotudeces pero el siniestro manejo de las variables que condicionan la evolución de los sucesos económicos y políticos de nuestro país están en las manos exclusivamente del poder concentrado.

Esta no es ninguna verdad revelada. Es una evidencia imposible de ignorar para quien tenga un mínimo de información sobre el estado de las cosas en nuestra Patria. Hay tanto garca que oficia de analista de nuestras cosas que no me sorprende que ignoren la realidad.

Es decir, no la ignoran, “hacen como que”. Ponen cara de profundos investigadores, de fieles intérpretes de lo que dicen para embaucar a la audiencia pero no cabe ninguna duda que nos están pelotudeando. Lo hacen por guita seguramente.

Porque les pagan para hacerlo o para mantener sus cargos, cosa que les demanda ocultar a la población la verdad de la milanesa.

Ocultar la verdad. He aquí el huevo de la serpiente de nuestros males.

Este proceso arrancó antes de la última dictadura pero se consolidó en ese instante.

Primero fueron los “desconocidos de siempre”, aquellos que querían ocultar su existencia, al punto que uno de ellos (Yabrán, ni remotamente el peor de todos) deseaba mantenerse en el anonimato y por ello resultó muerto un reportero gráfico que osó fotografiarlo en una playa (Cabezas).

Con la transición democrática pasaron a llamarse “los capitanes de la industria” y como tales destrozaron la experiencia alfonsinista para darle paso, previa educación presidencial, a los gobiernos de Menem, en cuyo transcurso avanzaron varias posiciones en el tablero.

El resto es historia reciente: tras el estrepitoso fracaso de la Alianza, en nuestro país se produjo la singular experiencia del kirchnerismo hasta que derrapó, primero con Macri, luego con la triste experiencia del propio Frente de Todos y, ahora, con este gobierno libertario. Pero ni aún en los mejores años del gobierno nacional y popular se detuvo el proceso de concentración empresaria. Fue muy llevadera la sorprendente activación de los mercados internacionales y la existencia de un largo período con superavits gemelos pero ni siquiera en esa instancia se supo poner un límite a los dueños de la Argentina.

Y hemos concluido en esto. Esta es la herencia del lamentable fracaso del último gobierno (2019-2023) protagonizado por quienes aseguraron que iban a revertir el desastre macrista y terminaron conduciendo al desastre libertario. ¡Y que nadie se haga el desentendido! Ello no ha sido responsabilidad exclusiva de un presidente que jamás debió asumir ese rol (Alberto Fernández) sino de todos quienes, por distintas razones lo promovieron electoralmente, lo sostuvieron durante su gestión y nos empujaron a tantos a votarlo. Escribí “tantos” y no “tontos”, pero bien podría ser.

Pero para cerrar, en este intermedio reflexivo, quiero volver al principio.

¿Es posible que Morales Solá derrame litros de tinta sin mencionar a las grandes corporaciones dueñas de la Argentina? ¿Es razonable que con todas las especulaciones que se le ocurren a Pagni, jamás los haya mencionado en sus análisis? ¿Es comprensible que CFK hable insistentemente del bimonetarismo y otros males que padecemos pero ni antes, ni ahora se refiera a ellos?

Esta es nuestra triste realidad: la ciudadanía, ¡toda!, ignora la causa de nuestros males.

En estas condiciones debemos revertir esta falta de información, de conocimiento, para convocar a un amplio frente de liberación nacional que se proponga evitar la disolución de la Patria.

 

25.01.2025

 

Fuente de la imagen: viacuco.blogspot.com

Compartir en: