Apareció días atrás en el Instituto 35 una hoja escrita a mano pegada en el pasillo, destinada a ingresantes. La comunidad educativa se movilizó. Aunque la dirección lo desestimó. El error de pensar en que son «loquitos» y casos aislados. Los monstruos están entre nosotros. Y legitimados por el Estado.
17/04/2025
Por: Luis Brunetto
“Ni siquiera el diablo estará seguro”,
Walter Benjamin
Trabajo en el Instituto 35 de Monte Grande desde 2007. Dicto la materia “Teoría de la Historia”. El lunes, en un pasillo, apareció pegada la hoja escrita a mano. Se dirigía a las y los ingresantes. Hablaba de «erradicar a los zurdos», de «traer algunos Ford Falcon verdes y hacerlos desaparecer».
Publiqué ayer un tuit al respecto que, fuera de los trolls que inevitablemente aparecieron cuando el mensaje se hizo más o menos notorio, provocó lógica indignación y expresiones de solidaridad. Sin embargo, algunas personas junto a su repudio y su apoyo caracterizaron el hecho como la obra de un “loquito”, minimizándolo. Me parece importante detenerme en esto.
Legitimados por el discurso oficial, los monstruos están entre nosotros. Ese discurso no sólo es violento sino que está dirigido a construir un chivo expiatorio, un culpable de la crisis catastrófica de un régimen al que este gobierno afirma combatir con el eufemismo de “la casta” pero que, en realidad, viene a salvar construyendo una casta nueva.
Al chivo, una vez que se lo construye, hay que hostigarlo, reprimirlo y finalmente, si es posible “aniquilarlo”, para usar la terminología fundacional que consta en el decreto 2772 firmado por Italo Lúder en 1975. Piqueteros, homosexuales, planeros, migrantes, englobados en la categoría general y abarcadora de “los zurdos”, son el chivo contemporáneo por ahora estigmatizado, pero cuya sangre deberá correr, en algún momento, para exorcizar los pecados de un cuerpo social corroído por la enfermedad de la protesta social que obstaculiza el destino de potencia mundial que vaticinan los adoradores de las fuerzas del cielo.
No es aconsejable sentarse a esperar a ver si lo consiguen. Ese por el contrario es el método que asegura la victoria de los monstruos. La potencia del famoso poema atribuido popular pero equivocadamente a Brecht consiste en transmitir la idea de que no podemos quedarnos cruzados de brazos. “Primero se llevaron a los comunistas”, dice el que se quedó en el molde por miedo, por indiferencia, por cinismo, por complicidad, por imbécil, o por todo junto, cuando ya es tarde. Del proverbio, entonces, conviene sacar las conclusiones necesarias y obrar en consecuencia.
Es verdad que en el fascismo clásico los grupos de choque, los faccios di combatimento en Italia o las SA en Alemania, precedieron y fueron fundantes del fascismo y el nazismo. No es lo que ocurre por ahora en nuestro país, es cierto, probablemente porque el fascismo clásico se nutrió de franjas desmoralizadas de las capas medias arruinadas por una crisis sin solución y sectores minoritarios de una clase obrera que predominantemente buscaba una salida en el socialismo. Esa base social original del fascismo clásico era naturalmente proclive a la acción callejera, al choque y al ataque físico directo a organizaciones y militantes políticos, sindicales o estudiantiles de izquierda.
Protofascismo vernáculo
El protofascismo vernáculo, aunque es verdad que el discurso libertario penetró en su momento en parte de la juventud trabajadora y que eso fue decisivo en su victoria electoral, recluta su caucus militante -si se puede decir así– principalmente en franjas de las capas medias acomodadas y de la burguesía, por ahora dedicadas fundamentalmente a la violencia digital. Pero nadie puede asegurar que la legión de trolls formada predominantemente por nenes bien no esté dispuesta a pasar del dicho al hecho.
Así como, amparada en la protección estatal de los gobiernos de Uriburu y Justo, la Legión Cívica de los años ‘30 se reclutaba entre jóvenes provenientes de la burguesía terrateniente que se dedicaban a cazar judíos y huelguistas, nada impide que con protección estatal se articulen bandas de ese tipo dispuestas a liquidar al chivo definitivamente.
Y aún cuando todavía no se han reunido las condiciones para conformar fuerzas de choque de ese tipo, las fuerzas de seguridad al mando de Patricia Bullrich, amparadas en una normativa ministerial ilegal y violatoria del derecho a la protesta, actúan como tales, como vemos miércoles a miércoles cuando muelen a palos a los trabajadores jubilados.
Vivimos de hecho, desde el punto de vista de la represión a la protesta social, un virtual estado de excepción tolerado por todo el aparato del estado. Y, no hay que olvidarlo, en nuestro país existe la experiencia del terror paraestatal de las Tres A…
«Loquitos»
Pablo Grillo se está recuperando. Fue literalmente fusilado. Le apuntaron directamente a la cabeza. En Salta y Jujuy, Fernando Gómez e Ivo Torres fueron asesinados a sangre fría en el marco del Plan Güemes. Después, no fue sólo la legión de trolls sino el propio gobierno el que legitimó y justificó ese accionar criminal. Ese tipo de conducta de las fuerzas de seguridad promovida y legitimada abiertamente por el gobierno ampara la acción de cualquier loquito.
El texto encontrado en el pasillo del instituto 35 apareció 10 días después de una masiva jornada de debate en conmemoración del 24 de marzo organizada por el centro de estudiantes. En el Instituto muchos alumnos sospechan de un estudiante en particular que ya ha protagonizado provocaciones con este contenido, por ejemplo interviniendo a los gritos durante una jornada de ESI organizada también por el centro.
Muchos estudiantes y docentes en el instituto entienden que en este contexto un hecho de sangre puede estar a la vuelta de la esquina. Hay alumnos que han preferido faltar, y docentes que lo harían si pudieran optar. ¿Alguien desde afuera podría atreverse a considerar esta conducta como ilógica?
La inacción de la dirección del instituto, que no sólo se negó a realizar la denuncia jurídica de los hechos que, por otra parte, está legalmente obligada a hacer, sino que ni siquiera ha sacado un comunicado de repudio, refuerza la sensación de desamparo que se ha apoderado de buena parte de la comunidad educativa.
La reacción de la comunidad educativa
De cualquier modo, e independientemente de este miedo lógico que han provocado estas amenazas fascistas, la comunidad educativa ha reaccionado. Una asamblea masiva se realizó en la tarde del miércoles, y están previstas acciones de protesta el próximo lunes que son el punto de partida de un plan de acción cuyo objetivo es, justamente, que se investiguen y se esclarezcan los hechos, y se castigue al o los responsables. La clave, entiende la comunidad educativa, es la movilización de estudiantes y docentes.
Subestimar a los loquitos es un error. Es EL error. ¿Quién está a salvo de ser, salvo el victimario, el zurdo anatemizado que merece, según el repertorio de amenazas pegado en el pasillo del Instituto 35, ser asesinado o secuestrado y desaparecido en un falcon verde? En condiciones en que los peores métodos de violencia represiva aparecen legitimados y promovidos desde el Estado, la puesta en práctica, el “pasaje a la acción” individual y terrorista de la violencia contra los que aparezcan a los ojos del loquito como prototipos del chivo expiatorio es perfectamente posible. El hecho sólo tiene que encontrar al loquito adecuado.
Al fin y al cabo, en otra escala, la Alemania de entreguerras también encontró una salida reaccionaria y bárbara en un subestimado loquito de origen austríaco que llegó al poder cuando ya era tarde. En la Argentina, todavía, estamos a tiempo de derrotar a los monstruos.